Por Oscar Fernández Herrera
Después de la trágica muerte de su madre, los hermanos Edward y Alphonse Elric deciden resucitarla con la alquimia (una ciencia casi mágica que altera la forma y la organización de la materia); sin embargo, la transmutación falla y, como terrible consecuencia, Edward pierde su pierna izquierda, y Alphonse la totalidad de su cuerpo. En su desesperación, Ed ofrenda su brazo para adherir el alma de su hermano a una armadura. Más tarde, un encuentro con el alquimista Roy Mustang produce en Edward un apasionado deseo para erigirse como un alquimista estatal y así encontrar una forma de recuperar sus cuerpos.
Escrito e ilustrado por la mangaka Hiromu Arakawa, “Fullmetal alchemist” (“El alquimista de acero”) fue un manga publicado en el Monthly Shonen Gangan entre 2001 y 2010, con un total de 108 capítulos que se compilaron posteriormente en veintisiete tomos tankobon (ejemplar que contiene entre 170 y 240 páginas).
Una de las grandes cualidades de este relato es la increíble fusión de elementos tecnológicos y fantásticos. La alquimia, como base de todo, se basa en el principio del intercambio equivalente: si quieres algo, debes dar algo del mismo valor (algo que los hermanos Elric aprendieron a la mala). La ambientación de las acciones recuerda a la Europa de principios del siglo pasado, con elementos históricos bastante similares con nuestra realidad. A pesar de los parecidos, las acciones se desarrollan en un lugar completamente ficticio. Del mismo modo, los elementos irreales predominan durante toda la obra.
Con frecuencia, “Fullmetal alchemist” es catalogado como un manga steampunk, un subgénero literario que se centra en las épocas victoriana y eduardiana del Siglo XIX, pero en realidad es una composición bastante osada de diferentes componentes modernos, clásicos y hasta hiperrealistas. Del mismo modo, en él podemos encontrar y enérgico factor cultural, que la mangaka utiliza para fortificar la personalidad de los protagonistas.
El tono y el registro de la historia son dinámicos, a pesar de que el humor se hace presente en casi todas las escenas de acción. La autora es bastante habilidosa para conseguir diferentes emociones en tan pocas viñetas.
Otro aspecto que se debe resaltar es la astuta fusión de protagonistas, antagonistas y personajes incidentales. Arakawa facilita los espacios suficientes para mostrarlos y acompañarlos en sus crecimientos, sin importar los sinsabores que transiten.
Sin lugar a dudas, “El alquimista de acero” es un relato lleno de acción, suspenso y muchísimos giros que merecen leerse y disfrutarse.
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