Por Oscar Fernández Herrera
Sin lugar a dudas, uno de los momentos más infames de la
música popular contemporánea fue la ruptura de The Beatles, la agrupación de
rock pop más célebre de todos los tiempos (sin importar los alegatos). Su legado
cultural ya ha trascendido múltiples generaciones para marcar un antes y un
después en la historia del rock y la cultura juvenil global.
Ensayistas, periodistas y fanáticos han discutido por años qué
causó realmente la separación de la agrupación inglesa. La disociación de The
Beatles en 1970 fue resultado de una combinación de factores personales,
creativos y comerciales. Aunque durante mucho tiempo se pensó que Paul
McCartney fue el responsable, él aclaró en una entrevista con la BBC que John
Lennon fue quien decidió abandonar el grupo. Según McCartney, Lennon entró un
día al estudio y anunció que dejaba la banda, describiendo la situación como
“un divorcio”.
Otro factor importante fue la muerte de Brian Epstein, mánager
del grupo, en 1967, dejándolos sin liderazgo. La posterior elección de Allen
Klein como nuevo representante artístico, sin el consenso de todos, provocó
disputas legales y tensiones internas. De hecho, McCartney demandó a los otros
miembros para disolver legalmente la sociedad del grupo.
Pese a todo, el público siempre ha señalado a Yoko Ono y a
Paul McCartney como los responsables de la disolución del cuarteto de
Liverpool. Que cada quien elija a su villano favorito. Lo que sí es cierto es que,
en estas circunstancias, Macca grabó y lanzó “McCartney”, su primer álbum
solista, en 1970.
Resulta muy complicado reseñar este disco sin omitir todo
el drama causado por el asunto beatle; y si bien aparecieron proyectos solistas
de John, George y Ringo antes de este lanzamiento, éstos siempre se
consideraron paralelos a la producción oficial de la banda. “McCartney” cumple,
por otro lado, con todos los requisitos para considerarse como el primer álbum
solista de un beatle.
Las primeras impresiones fueron muy amargas, aunque la
desbandada de ese año provocó una muy buena publicidad. La prensa y las
multitudes menospreciaron la oferta artística del músico, pues destacaron lo
rudimentario de la grabación, una composición inconsistente, la falta de un
enfoque creativo, y una mezcla de sonido completamente desbalanceada. Hasta sus
excompañeros emitieron opiniones algo hostiles.
Las sesiones para este LP tan criticado se produjeron en el
7 de Cavendish Avenue, St. John's Wood, en los Abbey Road Studios y en los Estudios
Morgan de Londres, Inglaterra. En ellas Paul tocó la guitarra eléctrica, la
guitarra acústica, el bajo, la batería, el piano, el órgano Hammond, los
bongós, las maracas, los platillos, el bombo, un xilófono de juguete, la guitarra
slide, la pandereta, un cencerro, el mellotrón, y otros artefactos de utilería
(como ramas secas).
Con todo y sus fallas y extravagancias (como la ausencia de
músicos de estudio), este es un trabajo que crece muchísimo con cada escucha,
instalándolo como uno de los imprescindibles en la extensa discografía del bajista
de los fab four. Eso sí, no puede compararse con “John Lennon/Plastic Ono Band”
o “All Things Must Pass”, de ese mismo año.
Las canciones dan una idea de intimidad algo truncada
porque funcionan más como demos o simples ensayos que un concepto íntegro. La
sensación es distinta con “Maybe I’m Amazed”, la obra maestra de Macca; una que
no ha logrado superar en ningún otro momento. “Junk”, “Every Night”, “That
Would Be Something”, “Man We Was Lonely” son pequeños tesoros si uno ignora el
contexto de su aparición.
Los instrumentales son disparejos, pero “The Lovely Linda”
y “Momma Miss America” son mis preferidas. De hecho, no faltan en mis listas de
reproducción cuando salgo de paseo.
Musicalmente, “McCartney” destacó por su artesanía y
espíritu familiar, un gesto deliberado comparado con el estilo extenso de los
álbumes posteriores de los Beatles. La producción casera no era sólo una
necesidad logística, sino también una declaración estética: Paul buscaba volver
a lo esencial, a los sonidos sin adornos y a las texturas crudas y espontáneas
que hoy se consideran precursoras de la música lo - fi. Esta aparente sencillez
esconde una impresionante habilidad instrumental, pues todos los sonidos del
disco (como ya vimos) fueron creados por él.
Desde una perspectiva cultural, también representa un punto
de inflexión: una ruptura radical con una era y el nacimiento de una nueva
identidad artística. Aunque no recibió mucha atención en su momento, el tiempo
lo ha transformado en un registro emocional de un artista que enfrentó el
duelo, la transformación y la absoluta libertad creativa. Con el paso de las
décadas, pasó de ser un disco controvertido a un álbum de culto, celebrado por
músicos contemporáneos que ven su vulnerabilidad como un modelo de honestidad
artística.

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