Por Oscar Fernández Herrera
Después de su paso por Moloko, Róisín Murphy comenzó una exitosísima carrera como solista gracias a discos como “Overpowered” y “Hairless toys”. No obstante, fue con “Róisín Machine” (2020) que el público y la prensa especializada se rindieron a sus pies. El disco, es necesario decirlo, fue una bocanada de aire fresco en tiempos pandémicos, a pesar de que éste contiene temas que aparecieron anteriormente en distintos formatos.
“Róisín Machine” es una procesión de rolas con una clarísima influencia disco, pero con tintes de libertad y autenticidad; lo que le permitirá encumbrarse como una obra maestra. El brillo y la celebración son los guiños en esta deslumbrante colección de sencillos.
La intérprete irlandesa nos prepara con una enérgica declaración: “Siento que mi historia aún no se ha contado, pero crearé mi propio final feliz. Supongo que prefiero estar sola que arreglármelas y reparar”. A continuación, entra “Simulation” y ya nada contiene las emociones que produce.
Hipnótico, minimalista y disfrutable, “Róisín Machine” transmite sensaciones contradictorias: satisfacción casi eufórica y cansancio discontinuo, todo perfectamente zurcido por magníficos coros, retintines pop y sonidos industriales. Es el álbum del autoconocimiento.
Es el soundtrack ideal para la pista de baile, con un pop súper disfrutable para diseñar un “gran paisaje sonoro”, en palabras de la propia Róisín. “Narcissus” y “Jealousy” son una explosión de resonancias completamente sublimes.
“Shellfish Mademoiselle” nos regresa a los noventa, sin recurrir a la llana melancolía, para darnos una tremenda sobredosis de house. En “Something more” la onda es la misma. “Incapable” es el punto más alto de este extraordinario disco. Una muestra de un funk casi indomable: apasionado e hilarante.
Brillante. ¡Simplemente explosivo! Un álbum con tantas maravillas que no puede faltar en tu colección personal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario