Por Oscar Fernández Herrera
Después de “Utopia”, un álbum situado en los aires gracias a las delicadas resonancias de la flauta, Björk decidió descansar sus pies en suelo firme y echar raíces con “Fossora”, una feminización del término “cavador” en latín. Este es un trabajo con el que la artista conquistó distintos propósitos: despedir a su madre (quien falleció hace poco), otorgar libertad a sus hijos (a través del amor, el arraigo y la familia) y dar voz a la naturaleza, todo en el contexto de un mundo subterráneo de hongos y setas que germinan gracias a la calidez de la música.
Producido por Björk y grabado por Bergur Thorisson, “Fossora” no es un típico álbum pop, aunque en él podemos encontrar guiños a géneros como el urbano (“Atopos” es la muestra de ello) y a ritmos menos tópicos. Clarinetes, beats alucinantes, coros y trombones son el sostén musical del disco. Como ha sucedido en otros trabajos de la islandesa, sólo ella conoce los rumbos de este último episodio de su larga trayectoria.
Destacan, por supuesto, las aportaciones sonoras del sexteto Murmurí y del dueto Gabber Modus Operandi; no obstante, la voz de Björk se escucha sin prohibiciones, más honesta y espontánea. Con ella, no resulta imposible conectarse con el ser amado o cimentar otra relación.
Sin lugar a dudas, “Fossora” posee múltiples dimensiones: sentimental, prodigioso y contradictorio, difícil de clasificar después de escucharlo por primera vez. Algunas pistas recuerdan vagamente lo que disfrutamos en “Volta”; no obstante, todo es inédito para nuestra intérprete islandesa, quien se muestra totalmente fortalecida por todo lo aprendido después de un mundo permanentemente alterado por la pandemia y sus muchas consecuencias.
A ratos meditabunda, a ratos bulliciosa, en “Atopos” nos pregunta “¿No son estas sólo excusas / para que no nos conectemos?”. Gran track inicial en el que no tiene miedo para denunciar las divisiones situacionales del mundo “moderno”. Es el gancho perfecto para los fanáticos que, de alguna manera, añoraban un poco el sonido que germina poco a poco en una maquinación discordante de clarinetes y ritmos martilladores francamente asombrosos.
“Ovule” resuena ligeramente a “Cocoon” con sus ligeras metáforas a la menstruación, pero progresa a tal grado que termina personificando al mismísimo internet.
Con “Sorrowful soil” y “Ancestress” son dos momentos contemplativos, pues en ellos escuchamos el lado más obscuro de la maternidad y el elogio que Björk compuso para su madre (aquí participa Sindri, su primogénito). La teatralidad de ambos temas es un elemento para destacar.
En general, “Fossora” es un disco fluido, con estructuras desiguales, pero siempre placenteras. Bríndele una oportunidad y se sorprenderá.
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