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sábado, 8 de octubre de 2022

Dahmer


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

“Dahmer”, el último éxito de Netflix, es una serie perturbadora debido a la excesiva brutalidad de Jeffrey Dahmer, su protagonista. Se trata del sanguinario relato de un hombre blanco que torturó, violentó y asesinó a diecisiete hombres negros y mestizos residentes de Milwaukee. Múltiples factores sobresalen desde el primer capítulo que justificarían, de alguna forma, la impunidad de Jeff: su condición étnica, el desinterés y la indolencia de las autoridades policiales, y la dolorosa homofobia que oprimía a los miembros de la comunidad de aquella época.

 

De la misma manera, es necesario señalar que “Dahmer” se centra más en el sufrimiento de las víctimas y sus familias, ofreciéndonos una representación distinta a la tradicional mirada del asesino, impidiendo así una desagradable glorificación de los hechos. El primer episodio es una numeración de instantes tan aterradores que nos dejan con una sensación tan triste que es imposible no “vivir” con esa angustia por un buen rato.

 

Sí, Evan Peters merece todo el reconocimiento por su interpretación como Jeffrey Dahmer. Él mismo señaló que sólo deseaba que su papel no torciera el hecho de que se trataba de la historia de un hombre que actuó con tanta crueldad que no puede aplaudírsele nunca. Lo consiguió.

 

La dirección de Ryan Murphy es acertadísima, pues nos brindó una historia real, cruda e incómoda. Con cada circunstancia narrada, nos ofrece trocitos de una mente tan fracturada que nos damos cuenta cómo la simple paternidad no garantiza hijos sanos y felices.

 

Las actuaciones de Richard Jenkins, como el padre, y Niecy Nash, como Glenda, la vecina que sospechó de Dahmer desde un principio, son simplemente asombrosas. Dignas de reconocerse. La escena donde Jeff le pide (en repetidas ocasiones) que se coma el sándwich es realmente estresante.

 

Si usted, apreciable lector, quiere darle una oportunidad a esta serie, es importante recordarle que ésta es un remolino de sentimientos tan contradictorios que, al final, sólo quedará el silencio como único testigo de semejantes crímenes.

 

 

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