Por Edgar Fernández Herrera
Es 28 de enero y son la una de la mañana; vengo regresando de una reunión y, antes de dormir, entro a Twitter para ver de qué me entero. Lo que leo de inmediato es muy triste para un servidor: tiene escasas horas de que anunciaron la lamentable muerte de Tom Verlaine, uno de mis grandes héroes, un artista en toda la extensión de la palabra al que siempre le mostré una admiración total.
Jesse Paris Smith, hija de Patti Smith, da la noticia, aunque no revela la causa de la muerte, sólo menciona que atravesó por una breve enfermedad y que tenía 73 años.
Conocí la música de Verlaine y de su gran banda, llamada Television, hace muchos años; debo remontarme fácil hace 25 años, cuando, en alguna ocasión, Canal 11 transmitió un documental llamado “Dancing In The Street”, que aquí se le conoció con el horrendo título de “Del Rock y Otras Rolas”, conducido por el gran José Agustín y Jordi Soler, que abarcaba de una manera muy general la historia del rock. En el capítulo dedicado al punk, recuerdo una escena en particular: un escenario horrible (más tarde sabría que era el mítico CBGB, en Nueva York) y sobre él cuatro chicos muy delgados tocaban música increíble (interpretaban su canción “Venus”). Se trataba de “Television” con el gran Tom Verlaine dirigiendo con su voz y su gran guitarra. Tremenda canción, ahí conocí a la banda y me obsesioné por encontrar su material discográfico; tardé un poco en conseguirlo, pero lo hice.
En Mixup hallé su obra maestra, una verdadera joya de la música del Siglo XX. Me refiero a “Marquee Moon” (1977) que, por bendita coincidencia, se publicó en el año en que nació este servidor (no saquen cuentas, ¡eh!), todo un pilar del movimiento punk.
Marque Moon (el álbum) me ha acompañado durante muchos años, como parte transcendental del soundtrack de mi vida; recuerdo algunas noches en solitario donde simplemente me desconectaba con una fumada de buena hierba e ir al cielo escuchando las guitarras soberbias de Verlaine y Lloyd en Marque Moon (la canción) generando escalas, partes melódicas junto con distorsiones, que todo combinado te vuelan el cerebro. No se necesitan drogas, pues escuchar esta canción te hace elevar.
Después de leer las reacciones de diversas personas, sobre la ausencia física de Tom Verlaine, siendo las dos horas. decido volver a desconectar mi cerebro, me dirijo a la pila de discos, busco el Marquee Moon, lo pongo y al empezar a sonar “See No Evil” destapo una cerveza.
Descansa en paz genio, buen viaje, tu música, tu legado, seguirá volándole el cerebro a muchas generaciones futuras.
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