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sábado, 25 de marzo de 2023

Macario


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

“Esta es la humanidad. Aquí ves arder las vidas tranquilamente. A veces soplan los vientos de la guerra, los de la peste y las vidas se apagan por millares al azar.”

 

—La Muerte a Macario

 

Hace unos días, para ser exactos el 11 de marzo de este año, falleció el gran actor Ignacio López Tarso, un artista que fue parte de una maravillosa época del cine mexicano. Hay que decirlo como es: a López Tarso se le ubica con la cinta “Macario” (1959), que fue su gran consagración actoral; sin embargo, no es el único trabajo en el cual se puede admirar al oriundo de la CDMX. Cintas como “El hombre de papel” (1963), “El gallo de oro” (1964) y “Rapiña” (1973) -ésta última una verdadera joya filmada por el gran director gótico Carlos Enrique Taboada- son súper recomendables. Tampoco se vale olvidar su paso por la televisión, con buenas y malas telenovelas. Destaca en ese rubro la histórica “Senda de Gloria”.

 

No obstante, aunque parezca cliché, quiero rescatar la cinta “Macario”, primero porque sí es en realidad el trabajo crucial de López Tarso y, segundo, porque es uno de los grandes ejemplos de que en México cuenta con grandes producciones cinematográficas.

 

“Macario”, película de fantasía, ambientada en el México virreinal, es una adaptación cinematográfica de Roberto Gavaldón –con guion de Emilio Carballido y del director– del texto homónimo de B. Traven. En su momento la cinta fue muy atacada por los críticos de cine de esos años; una de las grandes quejas fue que filmada en blanco y negro. Para ellos, esto era una vergüenza porque podría decirse en el extranjero que en México éramos incapaces de filmar a colores y no estábamos a la altura de las producciones extranjeras; además, la critica también se centró en la imagen de la muerte. Se argumentaba que la muerte debía ser femenina, como en la tradicional catrina del Maestro José Guadalupe Posadas.

 

Ignacio López Tarso llega a los sets gracias a que otro monstruo de la actuación, Pedro Armendáriz, tuvo que rechazar el papel de Macario por su apretada agenda de trabajo. Gabriel Figueroa fue el que propuso a López Tarso para el protagónico.

 

La dulce y gran actriz Pina Pellicer sería la acompañante de Macario, la esposa abnegada que llegara a robar un guajolote para que Macario lo disfrute solo; desgraciadamente, en diciembre de 1964, la actriz fue encontrada muerta en su departamento de la Colonia Condesa. La causa fue una sobredosis de barbitúricos.

 

Enrique Lucero se luce a enormidades en su papel de la muerte. Actor de gran recorrido, aunque un poco olvidado. Su actuación en “Macario” fue tan magistral que la gente ha pasado por alto otras de sus grandes actuaciones. En “Canoa” personifico al sacerdote que incitó a la población a matar a jóvenes comunistas en ese fatídico 1968. Su fisonomía, muy delgada, fue la razón por la cual Gavaldón le dio el papel de “La Muerte”.

 

La historia del campesino que convida a la muerte un bocado del suculento guajolote y, a razón de esto, se le concede un extraordinario regalo, fue la primera película mexicana en ser nominada a Mejor Película Extranjera en los Oscar, perdiendo ante “El manantial de la doncella”, de Ingmar Bergman.

 

Sin embargo, a más de 50 años de haberse estrenado, ha sido todo un clásico de Día de Muertos y una inmortal dentro de la historia del cine mexicano. Sirva este pequeño escrito para honrar al gran Ignacio López Tarso. Buen viaje, Maestro.

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