Por Edgar Fernández Herrera
Pareciera una apología a la pachequez el título de esta publicación, estimado lector, así que sólo contestaré que sí y no, pues en realidad me estoy refiriendo a una de canción –casi un himno del rock mexicano- llamada “Caminata Cerebral”, de la banda bajacaliforniana Love Army.
Es 1971, y México sigue con la resaca del sexenio del infame Díaz Ordaz y la matanza del 68 cuando, desafortunadamente, se registran dos eventos también considerados hitos dentro de la historia de nuestro país: el “Halconazo” y el “Festival de Ruedas y Rock” en Avándaro.
La radio mexicana nos invadía con temas como “Mi corazón es un gitano”. interpretada por Lupita D´Alessio; “Mary es mi amor”, de Leo Dan, Víctor Yturbe “El Piruli” con su “Felicidad” y, obviamente, los números uno en inglés, que la legendaria “Radio Capital” programaba en sus espacios. En materia del rock en español, la escena estaba muy mal, ya que las bandas nacionales trataban de sobrevivir a la represión que el gobierno en turno aplicaba, y para esto tenían que ceder ante sonidos endebles y letras francamente muy tontas. La otra alternativa era pasar a ejecutar los sonidos baladescos y/o tropicales.
Pero no toda la juventud mexicana se conformaba con este tipo de expresiones, pues buscaron sonidos alternativos para descubrir, entre otros, a Alberto Isiordia, conocido como “Pájaro Alberto”, quien lideraba a esta banda tijuanense y compuso esta célebre “Caminata Cerebral”.
Grabada y publicada en el legendario sello discográfico Cisne Raff, fue ignorada en su gran mayoría por la radio mexicana. La censura por parte de los medios era muy fuerte; sin embargo, lo poco que se llegó a escuchar, desató un gran furor, convirtiéndola en una rola de culto, muy apropiada para los jóvenes inconformes de ese año. “Caminata cerebral” es un insólito alegato contra la corrupción que se vivía y que era tan imperante en ese sexenio (que, de hecho, no ha cambiado nada).
En su momento, la canción fue un escape de la melcocha pop y baladista que se escuchaba y se convirtió en un oasis contracultural.
Este clásico –y creo no exagerar- himno del rock mexicano no es una canción excelente, pero aún hoy en día es diferente a cualquier tema del género, lo cual implica un grado de libertad, muy acorde a lo que sucedería unos años después en la orgullosa y pedante Inglaterra; me refiero al punk y a su filosofía “Hazlo tú mismo”, y en eso radica lo genial de la composición de Pájaro Alberto.
Si la evaluamos fríamente, la interpretación es endeble, su letra es tan ideologizada que cualquier interprete de canto nuevo y/o de protesta la pudo haber cantado, pues ahí radica mucho la falla en esta canción: su letra se escucha anquilosada y por momentos es hasta ingenua y bobalicona, y –desgraciadamente- no envejeció de manera digna.
Lo anterior podría leerse negativo para esta canción; sin embargo, a mi modo de ver, eso es lo que lo hace genial y entrañable. Conocí este clásico del rock mexicano en un recopilatorio llamado “Historia del Rock Mexicano, Volumen Uno, Sol & Deneb Records”, editado hace dos décadas en 2001. Y sí, es inamovible en mis playlist de Rock Mexicano.
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