Por Edgar Fernández Herrera
Ayer mi hermano Oscar
nos avisó, a través del chat familiar, que José Agustín había fallecido. La noticia
me pone muy triste, aunque era algo inevitable, pues la familia del prosista, a
través de las redes, habían informado que su estado de salud era grave, pero
que luchaba incansablemente. Desafortunadamente, el 16 de enero llegó el
anuncio de su deceso.
No vamos a caer en
los datos biográficos, ya que de eso se encargarán los medios. Debí tener unos
18 años cuando me topé con “La Contracultura en México”, un libro que me encantó
e impactó mucho; lo compré en Ciudadela y, debo confesar, ha sido uno de mis
libros favoritos de toda la vida. En alguna ocasión cometí la estupidez de
prestarlo y pensé que no me lo devolverían. Sufrí demasiado, pero después de
tantos ruegos a los Dioses del Olimpo, mi libro regresó a mis manos.
Pero también me
cayeron otras joyas de la literatura mexicana escritas por José Agustín: “De
Perfil”, “La Tumba”, “Ciudades Desiertas”, “El Rock de la Cárcel”, “La Panza
del Tepozteco” y “Las Tragicomedias”, todos libros muy recomendables, de una
lectura muy agradable y apasionante.
Las letras mexicanas
están de luto y no estoy exagerando. José Agustín, desde su primera novela, revolucionó
la escena mexicana, pues escribió con un lenguaje diferente, nada cuadrado ni
solemne; se atrevió a decir en 1964 lo que la juventud sentía a mediados de tan
singular década. Parece cliché, pero es verdad: José Agustín, juntos a otros
escritores, revolucionó la escena de la literatura mexicana, adquiriendo la etiqueta
de Escritor de la Onda, término que el acapulqueño siempre despreció, pero del
que –afortunadamente- pudo salir, cosa que no pudieron lograr Gustavo Sainz o
el gran Parménides García Saldaña. La escritura de Agustín siempre fue más
rica, atrevida y basta, y ahí está su obra para constatarlo.
Del mismo modo, lo
admiré inconmensurablemente por su pasión por el rock y el blues; jamás me
perdí su columna “La Cocina Del Alma” en la vieja “Mosca en la Pared”.
Buen viaje, José
Agustín: estoy muy seguro de que seguirás impactando a millones de jóvenes que gusten
de la lectura como lo hiciste conmigo desde hace 30 años.
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