Por Oscar Fernández Herrera
Comencé a leer mangas (o historietas japonesas) hace más de
diecisiete años, así que por mis manos han pasado decenas y decenas de
historias llenas de acción, romance, suspenso y hechicería que, como es la
costumbre, se han atesorado en mi cuarto para entretenerme las veces que sea
necesario. “One Piece”, del mangaka Eiichiro Oda, es una obra que no le teme a
los clásicos contemporáneos del género. Sí, es una de esas historias tan
populares como las obras de Osamu Tezuka (el más grande de todos), Go Nagai,
Leiji Matsumoto, Moto Hagio, Kazuo Koike y Goseki Kojima, Katsuhiro Otomo, Rumiko
Takahashi (creadora de “Ranma ½”), Akira Toriyama (el entrañable autor de
“Dragon Ball”), Masami Kurumada (“Caballeros del Zodiaco”), Hirohiko Araki (“Jojo’s
Bizarre Adventure”) y Masashi Kishimoto (“Naruto”), por mencionar sólo a un
puñado de verdaderos héroes del lápiz y la imaginación desbordada.
“One Piece”, con un estimado de más de quinientos millones
de ejemplares comercializados en todo el mundo, nos cuenta la historia de
Monkey D. Luffy (un juguetón pero leal y honesto adolescente que sueña con
hallar el One Piece, el tesoro que
escondió el pirata Gold Roger antes de ser ejecutado públicamente) y su
colorida tripulación: Roronoa Zoro, Nami, Usopp y Sanji. Todos ellos, con sus
apasionados sueños, se unirán en una fantasía náutica que ha despertado el
interés de un público acostumbrado a pésimas adaptaciones al live action
(“Dragon Ball Evolution”, “Cowboy Bebop” y “Death Note” son claros ejemplos de
ello).
Es muy probable que los fanáticos no estén satisfechos con
las menos de diez horas de contenido que corresponden a los primeros cien
episodios del manga (a pesar de contar con la aprobación pública de Oda); sin
embargo, el resultado, lejos de los fanatismos recalcitrantes de millones, es
satisfactorio y bastante entretenido. ¿Cuándo entenderá la gente que, a pesar del
equipo creativo y las herramientas tecnológicas, un relato no puede adaptarse
fielmente de un formato a otro debido a las particularidades de cada uno?
Probablemente nunca.
Pero, milagrosamente, “One Piece” se mantiene fiel al
material original a pesar de las dificultades que significa contar, con la
minuciosidad correspondiente, una historia que ya rebasó los mil capítulos en
su formato físico.
Otro aspecto importantísimo que me gustaría señalar es la
elección del mexicano Iñaki Godoy como Monkey D. Luffy. ¡Luce sorprendentemente
bien! Es simpático, arrebatador (a su manera) y gracioso. Hay que seguirle la
huella a este chico porque promete grandes cosas.
¡No lo piense más y disfrute esta serie en Netflix!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario