Vistas a la página totales

viernes, 4 de octubre de 2024

Robot Dreams / Mi Amigo Robot


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

Vamos por partes e intentemos definir la amistad en términos un poco académicos: se trata una relación afectiva y voluntaria entre personas que se caracteriza por el cariño, la confianza, el apoyo mutuo y el respeto. Es una conexión emocional profunda basada en la afinidad, la reciprocidad y el disfrute compartido de experiencias. Como es de suponer, cada uno tiene su propia dilucidación de este prodigioso sentimiento.

 

Supe del filme animado “Mi Amigo Robot” gracias a su notoria animación clásica (y es que, en un mercado saturadísimo de propuestas en 3D, resulta agradable regresar a lo “tradicional” de vez en cuando) y no pude resistirme a sus trazos sencillos (que no simplistas), su fascinante paleta de colores y, sobre todo, su presupuesta manifiesta: un agridulce relato sobre la amistad y su pérdida.

 

La película, dirigida por Pablo Berger, combina la tecnología y la imaginación desbordada (en el mejor de los sentidos) para crear una fábula increíblemente seductora. En ella, el cineasta español nos sumerge en un mundo futurista donde los robots tienen vida propia y anhelan alcanzar sus sueños. “Mi Amigo Robot” está llena de personajes fascinantes, una trama enternecedora y una animación excepcionalmente detallada. Profundiza temas como la amistad, el amor y la importancia de luchar por nuestros sueños. Es una joya cinematográfica que produce una sensación de asombro y reflexión.

 

Perro se encuentra terriblemente solo cuando, para su sorpresa, descubre a “Amica 2000”, el compañero ideal, y decide comprarlo al momento. La proximidad es inmediata. Perro y Robot inician entonces una hermosa amistad, llena de gestos desinteresados, hábitos compartidos y risas espontáneas. Todo marcha bien hasta que la tragedia se hace presente durante un paseo en Coney Island.

 

Después de un rato, el agua salada arruina el banco de energía de Robot, paralizándolo por completo. La desesperación de Perro es notoria; sin embargo, cuando regresa con su caja de herramientas para ayudar a su amigo al día siguiente, descubre que la playa se encuentra cerrada temporalmente.

 

De esta forma inician los frenéticos intentos de Perro para liberar a Robot mientras él espera en su prisión de arena. Los incidentes no están libres de giros dramáticos e inesperados, pero todos ellos necesarios para contar una odisea francamente conmovedora.

 

Con matices llenos de ternura y una profunda conexión emocional, “Mi Amigo Robot” (original de la autora e ilustradora estadounidense Sara Varon) es una película merecedora de todos los elogios posibles gracias a su ingenio y aparente futilidad. Chicos y grandes la disfrutarán por igual.

 

Llaman la atención las numerosas referencias ocultas en los poco más de cien minutos que dura el filme. El preciosismo de los escenarios es otro elemento que me gusta destacar porque iluminan a las acciones con gran minuciosidad.

 

¿Es “Robot Dreams” una guía para perder al amor de tu vida? Depende de a quién le preguntes porque los bandos están completamente polarizados. Para mí, es una cinta animada con tantos méritos que por eso escribo de ella en esta oportunidad. Lloré en numerosas ocasiones y, sin temor a equivocarme, recordé amistades ya pretéritas.

 

Sí, la pronta resignación de Perro es indignante, pero es ahí donde nos percatamos de su vulnerabilidad emocional. Del mismo modo, prestamos atención a la fragilidad de Robot, que está a merced de la fatalidad. Las metáforas sobre cómo se huye del dolor son motivo de profunda deliberación. Un peliculón, pues.

 

La Gran Fuga


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

Como muchos saben, la música que me define es el rock; sin embargo, más allá de eso, lo que me gusta y aprecio es la música. No todos los géneros, por supuesto, pero sí hay muchos que son de mi interés y gusto, aunque unos se dieron por simple curiosidad, herencia de mis padres o por un afortunado descubrimiento; y esto ultimo pasó justo con el sonido “salsa”. A este ritmo lo conozco desde niño, pues es algo que se escucha en las fiestas, aunque en mi casa no. Por alguna razón, siempre desdeñé a la salsa, ya que la tipificaba como un sonido pobre y de letras aún más sencillas.

 

Debió ser por 2002 o 2003 cuando estaba una tarde en Tepito, con los doscientos pesos de rigor (con eso me alcanzaba para unas docena películas y uno que otro disquito) y me topé con un puesto de discos compactos de donde salía un sonido tropical que me atrapó; de inmediato traté de ubicar aquel tema. Me acerqué al mostrador y pregunté por el disco; el dependiente me contestó: “Panameña”, de Willie Colón. Mi mundo cambió por completo, el roquerito sucumbió ante esa voz y el ritmazo del trombón.

 

“The Big Break”, o “La Gran Fuga”, fue publicado por el sello Fania Records (sello discográfico fundado en Nueva York por el musico dominicano Johnny Pacheco en 1964) y lanzado en 1971. Se trata del sexto trabajo de la Orquesta de Willie Colon junto al gran Hector Lavoe. En lo personal, es la cumbre de sus colaboraciones, aunque siguieron sacando producciones discográficas fabulosas, pero jamás alcanzaron la majestuosidad como en La Gran Fuga.

 

El disco es una gran colección de ritmos afroantillanos y tropicales y hasta de jazz, la influencia de latina es palpable y obvia, pero la presencia jazzera fantasmagórica de Ray Barreto y de Tito Puentes es palpable y eso es la fortaleza del disco, pues provoca una gran riqueza sonora. El gran ejemplo es esa belleza de seis minutos llamada “Panameña”, donde la voz de Lavoe luce a enormidades, además de darle su crédito a la “salsa de Puerto Rico”, llamado ”El Aguinaldo” todo esto acompañado del sonido de dos trombones, pero también hallaremos momentos tiernos y nostálgicos (“Abuelita”).

 

Del mismo modo se pueden poner iracundos y burlones como en “Canción para mi suegra” (vaya manera jocosa de cerrar el disco). Por el contrario, “Ghana E” es una melodía infantil ghanesa, justo como “Che che colé”. A pesar del ritmo alegre del disco, también se da el momento de tristeza con “No cambiaré” a toda intensidad. Para constatar la riqueza musical del disco, “Barrunto” es todo un clásico a ritmo de swing agresivo para bailar de manera desenfrenada. “Pa’ Colombia” es una de mis piezas favoritas por su coqueteo melódico y su declaración amorosa al país sudamericano.

 

La portada, creada por la diseñadora Izzy Sanabria, explota la imagen de malo (hasta de gánster) de Willie Colon al utilizar una plantilla del famosísimo “Wanted by the FBI”, huellas dactilares incluidas. Gran portada.

 

Destaca el dúo Colon/Lavoe, pero la verdad los otros músicos que los acompañan no desmerecen en lo absoluto; creo que el disco es una obra maestra de la música latina y que ha trascendido las fronteras del tiempo y sigue sonando impresionante.

 

The Rise & Fall Of A Midwest Princess


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Chappell Roan, cantante y compositora estadounidense, no forzó la aprobación inmediata de los soberbios empresarios musicales, pues sus primeras grabaciones fueron cruelmente desestimadas. Esto la obligó a empeñarse y trabajar con más ganas. “Pink Pony Club”, inspirada por el conocidísimo bar gay de West Hollywood, California, le cerró una oportunidad con Atlantic Records, pero germinó a la postre en “The Rise & Fall Of A Midwest Princess”, su increíble debut.

 

Con un nostálgico pero enérgico sello synth pop, Chappell Roan emperifolla sus canciones con una estética drag queen y una sensibilidad estética cargada de una socarronería cuasi kitsch. Núbil y fresco, “The Rise & Fall…” es un disco que superpone historias de amor, sexo y autodescubrimiento.

 

Coescrito y producido por Dan Nigro, “The Rise & Fall Of A Midwest Princess” es una obra teatral y entretenida, aún en los momentos de rabia emocional. Destacan la sorprendente “Femininomenon”, con todas sus tonadas que desafían a la tolerancia, la voyerista “Picture You” y, mi favorita, “Red Wine Supernova”, que emociona a cualquiera con sus letras cargadas de erotismo y coros burlonamente pegajosos.

 

Roan canta con fuerza para que su pop sáfico cale hondo en el público que disfruta de los cocteles de música disco, country y glamour noventero. Todo en una misma presentación que, curiosamente, nos recordará a Katy Perry en más de una rola. ¿Quieren más? “Super Graphic Ultra Modern Girl” y “My Kink is Karma” son de lo más recomendable.

 

Un disco queer en toda la extensión de la palabra. El futuro de Chappell Roan es realmente brillante si logra capitalizar los atributos de este primer álbum. Escúchelo y enamórese de él.

Nadie nos va a extrañar

  Por Oscar Fernández Herrera     Con frecuencia leo cómo la gente idealiza las décadas de los años sesenta, setenta e incluso ochenta...