Por Edgar Fernández Herrera
Como muchos saben, la
música que me define es el rock; sin embargo, más allá de eso, lo que me gusta
y aprecio es la música. No todos los géneros, por supuesto, pero sí hay muchos
que son de mi interés y gusto, aunque unos se dieron por simple curiosidad,
herencia de mis padres o por un afortunado descubrimiento; y esto ultimo pasó
justo con el sonido “salsa”. A este ritmo lo conozco desde niño, pues es algo
que se escucha en las fiestas, aunque en mi casa no. Por alguna razón, siempre
desdeñé a la salsa, ya que la tipificaba como un sonido pobre y de letras aún
más sencillas.
Debió ser por 2002 o
2003 cuando estaba una tarde en Tepito, con los doscientos pesos de rigor (con
eso me alcanzaba para unas docena películas y uno que otro disquito) y me topé con
un puesto de discos compactos de donde salía un sonido tropical que me atrapó;
de inmediato traté de ubicar aquel tema. Me acerqué al mostrador y pregunté por
el disco; el dependiente me contestó: “Panameña”, de Willie Colón. Mi mundo
cambió por completo, el roquerito sucumbió ante esa voz y el ritmazo del trombón.
“The Big Break”, o
“La Gran Fuga”, fue publicado por el sello Fania Records (sello discográfico
fundado en Nueva York por el musico dominicano Johnny Pacheco en 1964) y
lanzado en 1971. Se trata del sexto trabajo de la Orquesta de Willie Colon
junto al gran Hector Lavoe. En lo personal, es la cumbre de sus colaboraciones,
aunque siguieron sacando producciones discográficas fabulosas, pero jamás
alcanzaron la majestuosidad como en La Gran Fuga.
El disco es una gran
colección de ritmos afroantillanos y tropicales y hasta de jazz, la influencia
de latina es palpable y obvia, pero la presencia jazzera fantasmagórica de Ray
Barreto y de Tito Puentes es palpable y eso es la fortaleza del disco, pues
provoca una gran riqueza sonora. El gran ejemplo es esa belleza de seis minutos
llamada “Panameña”, donde la voz de Lavoe luce a enormidades, además de darle
su crédito a la “salsa de Puerto Rico”, llamado ”El Aguinaldo” todo esto
acompañado del sonido de dos trombones, pero también hallaremos momentos
tiernos y nostálgicos (“Abuelita”).
Del mismo modo se
pueden poner iracundos y burlones como en “Canción para mi suegra” (vaya manera
jocosa de cerrar el disco). Por el contrario, “Ghana E” es una melodía infantil
ghanesa, justo como “Che che colé”. A pesar del ritmo alegre del disco, también
se da el momento de tristeza con “No cambiaré” a toda intensidad. Para constatar
la riqueza musical del disco, “Barrunto” es todo un clásico a ritmo de swing
agresivo para bailar de manera desenfrenada. “Pa’ Colombia” es una de mis
piezas favoritas por su coqueteo melódico y su declaración amorosa al país
sudamericano.
La portada, creada
por la diseñadora Izzy Sanabria, explota la imagen de malo (hasta de gánster)
de Willie Colon al utilizar una plantilla del famosísimo “Wanted by the FBI”,
huellas dactilares incluidas. Gran portada.
Destaca el dúo
Colon/Lavoe, pero la verdad los otros músicos que los acompañan no desmerecen
en lo absoluto; creo que el disco es una obra maestra de la música latina y que
ha trascendido las fronteras del tiempo y sigue sonando impresionante.
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