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sábado, 12 de abril de 2025

Eric


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

 

Un thriller psicológico repleto de momentos dramáticos llegó a Netflix para seducirnos por un largo rato. “Eric”, una miniserie de seis episodios escrita por Abi Morgan y protagonizada por Benedict Cumberbatch, quien encarna al titiritero Vincent (el genio detrás de “Good Day Sunshine”, un programa al estilo Plaza Sésamo, con Muppets coloridos y graciosos), nos cuenta la terrible desaparición de Edgar, el hijo de Vincent y Cassie, después de soportar el último de los recurrentes pleitos entre sus progenitores.

 

Menospreciado por su padre furibundo, alcohólico e insensible, Edgar imagina y nombra a Eric, un enorme muppet de casi dos metros de altura con rasgos bestiales y, paradójicamente, infantiloides, como un triste y mordaz reflejo de su progenitor. Frente a su súbita desaparición, Vincent confeccionará a la enorme marioneta con la esperanza de que aparezca en televisión para que su hijo lo descubra y regrese a casa.

 

Pese a sus esfuerzos, las cosas se complican para Vincent, pues su matrimonio se fractura, su dipsomanía empeora y sus compañeros del show lo abandonan. Las circunstancias se multiplican cuando el agente Michael Ledroit sospecha que detrás de la desaparición de Edgar y de Marlon Rochelle (otro menor) se encuentra el Lux, un club nocturno donde, además del baile y la bebida, se comercia droga y sexo con menores. Ledroit, quien además sostiene una relación amorosa gay, luchará contra la presión mediática que reclama la inmediata aparición de Edgar y la desconfianza de sus compañeros de unidad.

 

Cumberbatch brilla ampliamente gracias a su magistral interpretación. Si resulta bastante difícil el tener un poco de empatía con Vincent, eso es debido a la cátedra actoral que nos regala el británico. Del mismo modo, McKinley Belcher III sobresale como el agente Ledroit. Posiblemente sea Gaby Hoffmann a quien desperdician muchísimo con un papel tan pequeño.

 

“Eric” no solo es un relato desgarrador sobre la pérdida y la culpa, sino también una poderosa crítica a las estructuras que fallan a los más vulnerables. Es un drama intenso, emotivo y cuidadosamente elaborado que deja una marca indeleble en el espectador. Una serie que duele, que incomoda y que, sin embargo, resulta imposible dejar de ver.

 

Me hubiese gustado que fuera un poco más larga, para desarrollar la trama y profundizar en los personajes. Esa es mi única queja. Disponible en Netflix.

 

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