Por Oscar Fernández Herrera
Un thriller psicológico repleto de momentos dramáticos
llegó a Netflix para seducirnos por un largo rato. “Eric”, una miniserie de
seis episodios escrita por Abi Morgan y protagonizada por Benedict Cumberbatch,
quien encarna al titiritero Vincent (el genio detrás de “Good Day Sunshine”, un
programa al estilo Plaza Sésamo, con Muppets coloridos y graciosos), nos cuenta
la terrible desaparición de Edgar, el hijo de Vincent y Cassie, después de
soportar el último de los recurrentes pleitos entre sus progenitores.
Menospreciado por su padre furibundo, alcohólico e
insensible, Edgar imagina y nombra a Eric, un enorme muppet de casi dos metros
de altura con rasgos bestiales y, paradójicamente, infantiloides, como un
triste y mordaz reflejo de su progenitor. Frente a su súbita desaparición,
Vincent confeccionará a la enorme marioneta con la esperanza de que aparezca en
televisión para que su hijo lo descubra y regrese a casa.
Pese a sus esfuerzos, las cosas se complican para Vincent,
pues su matrimonio se fractura, su dipsomanía empeora y sus compañeros del show
lo abandonan. Las circunstancias se multiplican cuando el agente Michael
Ledroit sospecha que detrás de la desaparición de Edgar y de Marlon Rochelle
(otro menor) se encuentra el Lux, un club nocturno donde, además del baile y la
bebida, se comercia droga y sexo con menores. Ledroit, quien además sostiene
una relación amorosa gay, luchará contra la presión mediática que reclama la
inmediata aparición de Edgar y la desconfianza de sus compañeros de unidad.
Cumberbatch brilla ampliamente gracias a su magistral
interpretación. Si resulta bastante difícil el tener un poco de empatía con
Vincent, eso es debido a la cátedra actoral que nos regala el británico. Del
mismo modo, McKinley Belcher III sobresale como el agente Ledroit. Posiblemente
sea Gaby Hoffmann a quien desperdician muchísimo con un papel tan pequeño.
“Eric” no solo es un relato desgarrador sobre la pérdida y
la culpa, sino también una poderosa crítica a las estructuras que fallan a los
más vulnerables. Es un drama intenso, emotivo y cuidadosamente elaborado que
deja una marca indeleble en el espectador. Una serie que duele, que incomoda y
que, sin embargo, resulta imposible dejar de ver.
Me hubiese gustado que fuera un poco más larga, para
desarrollar la trama y profundizar en los personajes. Esa es mi única queja.
Disponible en Netflix.
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