Vistas a la página totales

sábado, 23 de noviembre de 2024

The Cure Songs Of A Lost World


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

Pasaron 16 años para que The Cure publicara un nuevo álbum. Entre 4:13 Dream (disco de 2008) y esta nueva placa, hubo algunas reediciones de la discografía de la banda, conciertos y muchas promesas incumplidas sobre proyectos nuevos, hasta que, finalmente, el 1 de noviembre, The Cure sacó a la luz el flamante Songs of a Lost World.

 

Tardé en decidirme a comentar el disco. Como se sabe, es mi banda favorita y no quería que la emoción y ese amor por The Cure influyeran demasiado en mi punto de vista. Lo he escuchado de manera muy fría y atenta. De entrada, me parece que la banda (en realidad, Robert Smith) regresó a esos sonidos oscuros y a letras basadas en la soledad, el desamor, la muerte y hasta el vacío existencial, pero todo con la sabiduría y madurez de un hombre de 65 años que sobrevivió a una pandemia mundial y que tuvo que enfrentar la muerte de sus padres y su hermano. Todo esto se refleja en las letras y la música de este disco.

 

El disco abre con “Alone”, canción que fue designada como primer sencillo. Con una introducción muy larga, Smith comienza a cantar casi a los tres minutos, y la letra aborda el tema de la soledad y la reflexión sobre el vacío que queda tras la muerte de un ser querido. Como pieza abridora, de alguna manera me recordó a “Plainsong”.

 

“And Nothing Is Forever”… no sé si tomar esta pieza como un llamado a la esperanza. El duelo que uno sufre al perder a alguien parece que será eterno; sin embargo, Robert Smith, en esta canción, nos reconforta con un "nada es para siempre". Es una canción linda, melancólica y con un rayo de esperanza: el dolor en algún momento desaparecerá o, más bien, lo asimilaremos y encontraremos la resignación y la paz.

 

“A Fragile Thing” tiene una letra de esas que no dejan indiferente, desamor puro. Dos personas que se amaron intensamente, pero en el camino la relación se fractura tanto que queda tan lastimada que es imposible sanar. Por favor, escuchen la línea de bajo ejecutada por Simon Gallup; es extraordinaria.

 

“Warsong” y “Drone: Nodrone” son las canciones que, sin perder ese halo de oscuridad, tienen su lado de distorsión. Parecen canciones perdidas de la época del mítico Wish, con un sonido muy shoegaze que nos hace regresar a 1992.

 

“I Can Never Say Goodbye” es la síntesis del disco. Una canción muy triste sobre la tragedia de perder a un ser querido. Aquí, Robert Smith plasma sus sentimientos al perder a su hermano, un conmovedor recuerdo.

 

“All I Never Am” es toda una tormenta de emociones, con un eco claro a My Bloody Valentine, los amos del shoegaze.

 

Para finalizar, una epopeya musical: “Endsong”, que dura casi diez minutos de catarsis eléctrica, con un sonido al estilo Phil Spector (la Wall of Sound), pero oscura e intimidante. La letra es simple, pero muy demoledora. Robert Smith nos muestra el difícil y complejo tema de envejecer y morir, que, a pesar de ser un paso natural, no es nada fácil de asimilar. Esta canción bien pudo haber sido incluida en Pornography (1982) y no hubiera desentonado.

 

Songs of a Lost World, con sus escasas ocho canciones, muestra un sonido oscuro pero homogéneo, un digno sucesor de Disintegration y, si me preguntan, yo quitaría Bloodflowers de la llamada Trilogía Oscura y pondría de inmediato este nuevo disco. Como curiosidad, hay que anotar que es el primer disco en el que el gran Reeves Gabrels aparece como miembro oficial de la banda.

 

Gran disco, valió la pena tantos años de espera para que publicaran algo nuevo. No me ha decepcionado: es un álbum de gran calidad, con el sonido lúgubre que tanto me gusta, y además me he identificado mucho con varias de las canciones por el momento que estoy viviendo. Me da mucho gusto ver que The Cure, hoy en día, sigue demostrando de lo que es capaz, que, a pesar de tener cuatro décadas en activo, sigue sonando actual y con un sonido plenamente identificable, sin ser la típica banda que apela a su pasado y solo sale de gira a seguir tocando sus hits.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nadie nos va a extrañar

  Por Oscar Fernández Herrera     Con frecuencia leo cómo la gente idealiza las décadas de los años sesenta, setenta e incluso ochenta...