Por Edgar Fernández Herrera
Este 2025, particularmente en agosto, apareció en
redes sociales un trend donde
personas, maquilladas como payasos, muestran su lugar de origen mientras de
fondo suena una cumbia: la de “Ojitos Mentirosos”. Quizás, para cuando esto se
publique, ese video viral ya haya desaparecido del radar digital.
Debo confesar que los primeros videos que vi de
esta tendencia me gustaron, a pesar de que, en un principio, no entendía del
todo el motivo del maquillaje. No tardé mucho en averiguarlo: los videos
mostraban los lugares de origen de los protagonistas, hacían un recorrido por
el barrio. Al inicio, la mayoría de los clips provenían de colonias de la
Ciudad de México, pero rápidamente comenzaron a aparecer desde otros estados de
la república. El maquillaje es una referencia a la película mexicana
Chicuarotes, estrenada en 2019 (no haré ninguna reseña sobre ella, porque,
desde mi punto de vista, es una pérdida de tiempo: es una cinta mala, sin mucho
que rescatar).
Y ahí empezaron los problemas, al menos para mí.
Aunque el maquillaje ya estaba “justificado” y hasta el mostrar lugares
humildes tenía sentido —considerando que la película se desarrolla en San
Gregorio Atlapulco, en la alcaldía Xochimilco—, el mensaje que transmitían los
primeros videos parecía claro: mostrar con orgullo lo difícil que es crecer y
sobrevivir en el barrio. Sin embargo, la canción no tiene ninguna relación
directa con la película. Uno pensaría que “Ojitos Mentirosos” forma parte del soundtrack, pero no es así. Aun así, la
cumbia es sumamente representativa de los “Sonidos” y de los bailes callejeros,
los cuales casi siempre se celebran en zonas populares. Es decir, aunque no sea
parte de la película, sí conecta con el entorno.
Como todo trend
de cualquier red social, más allá del afán de monetizar o ganar likes, hay que reconocer que muchos de
estos videos buscan resaltar aspectos culturales y la idiosincrasia mexicana:
sus barrios, sus colores, incluso sus sabores. Muestran el orgullo de ser de
donde uno viene, de crecer en el barrio, de resistir. Pero también hay quienes
aprovechan para visibilizar las desigualdades que se viven todos los días en el
país.
Hasta ahí, yo no tenía ningún problema. Entendí
el objetivo de este nuevo video viral. Sin embargo, la sobreexposición trajo
consigo un hartazgo, que podría considerarse una molestia menor. El verdadero
problema de la tendencia de “Ojitos Mentirosos” es que algunos influencers están romantizando la
pobreza. Se les olvida que el objetivo inicial era mostrar las dificultades
cotidianas que enfrentan millones de personas, especialmente en la Ciudad de
México. Pero, en su afán por ganar seguidores, monetizar contenido y conseguir
fama, trivializan esas realidades duras, sumándose a la moda sin ningún respeto
hacia quienes verdaderamente viven en condiciones precarias, aquellos que deben
salir cada día a buscar el sustento para sus familias.
En un tema más trivial, debo admitir que, de
tanto ver videos, terminé harto de la canción “Ojitos Mentirosos”. Es una
cumbia hermosa, que narra una historia de amor marcada por la traición y el
dolor, aunque todo eso se disimula gracias a su ritmo bailable y pegajoso.
Confieso también que, hasta hace poco, desconocía totalmente el origen de la
canción. La he escuchado durante años, pero nunca supe quién la interpretaba.
Recientemente descubrí que los créditos se los lleva una banda llamada
Tropicalísimo Apache, que la publicó hace más de 30 años. Aún ignoro muchos
detalles, pero prometo investigar.
Como toda moda, ésta también desaparecerá pronto,
y vendrán otras, y muchas más. Pero por ahora, ¿ustedes qué opinan del trend de “Ojitos Mentirosos”? ¿Creen que
tiene un trasfondo político y social o solo es una moda más que romantiza la
pobreza?
Los leemos con gusto.

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