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sábado, 8 de noviembre de 2025

La Bruja “Ay, ¡qué bonito es volar!”


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

 

 

La Bruja es una de las piezas más representativas y extraordinarias del folclore mexicano, particularmente del bello estado de Veracruz. Según lo que se sabe a través de su rastreo histórico, pertenece a la región del Sotavento veracruzano (que comprende los municipios de Veracruz, Boca del Río, Medellín, Cotaxtla y Tlalixcoyan). Aunque en ocasiones se le ha considerado un huapango, la comunidad científica y musicológica la ha clasificado como un son.

 

Este son, como prácticamente todos los de la región, se originó a partir del mestizaje cultural entre las tradiciones indígenas, africanas y españolas, y ha sobrevivido hasta nuestros días gracias a la invaluable costumbre de transmitir los saberes de manera oral. Su instrumentación incluye jarana, requinto, arpa y pandero, sin olvidar elementos prehispánicos como la quijada de burro. Las letras de los sones —y particularmente las de La Bruja— suelen ser improvisadas, aunque desde hace muchos años se ha conservado una versión considerada tradicional. Aun así, hoy en día existen variaciones que van desde cambios muy drásticos hasta modificaciones leves. Yo mismo he escuchado al menos cinco versiones con distintas letras (incluso una adaptación en blues, así de importante, bella y enigmática es esta pieza, capaz de cruzar hacia un género que aparentemente nada tiene que ver, aunque ambos comparten raíces africanas). En ninguna de ellas, sin embargo, pierde su esencia.

 

La letra narra el encuentro con una mujer misteriosa que suele aparecer por las noches. En la rica tradición veracruzana, la figura de la bruja no siempre representa el mal, aunque está inevitablemente asociada al misticismo y a lo sobrenatural. En la lírica de este son se juega con el doble sentido entre la brujería y el cortejo, oscilando entre el ser terrorífico que roba almas o chupa la sangre de sus víctimas, y la mujer que toma la iniciativa amorosa, seduciendo a “su víctima”. Si lo analizamos, la canción —muy antigua, por cierto— resulta transgresora, pues presenta a una mujer que desafía los roles de su tiempo y la idiosincrasia machista del mexicano.

 

Si la letra y la melodía te atrapan, el baile de este son es sublime. Las mujeres, ataviadas con la vestimenta tradicional de la región (el vestido veracruzano es hermoso), danzan con un vaso que sostiene una vela encendida sobre la cabeza. La cadencia de la música provoca un zapateado vigoroso, convirtiendo la escena en una experiencia única y cautivadora.

 

En este Día de Muertos, La Bruja es una elección perfecta para la playlist de la celebración. Más allá de su belleza, representa la importancia de mantener vivo este invaluable acervo cultural mexicano.

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