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viernes, 28 de mayo de 2021

The Economist y las prácticas condenatorias del gobierno de cuarta

 

Por: Oscar Fernández Herrera

 

Tremendo alboroto el que se armó con la portada de The Economist, pues inmediatamente saltaron las voces inquisidoras y maldicientes que tanto criticó el obradorismo en el pasado. El problema es que primero habría que leer el texto y después pronunciarse respecto a él. Quizá a muchos les sorprenda que en esta ocasión no me lance a aplaudir algo que desapruebe al gobierno morenista. ¿La razón? Porque aún no he tenido la oportunidad de leerlo para emitir un juicio medianamente argumentado.

 

No creo tener la verdad sobre las cosas; es más, mis juicios seguramente están cegados por la profunda aberración que me causa AMLO. Sin embargo, procuro abstenerme de opinar si no conozco el tema. Lo que comparto aquí en mi perfil de FB es resultado de aquello que leo y me interesa. Al final, cada quien es libre de publicar o leer lo que se le venga en gana. Por lo pronto, espero leer ya ese editorial para saber si coincido con él o no.

 

Lo anterior me lleva a un tema interesantísimo y que pocos comprenden: el ejercicio crítico del periodismo. Por estos lares (las redes sociales) muchos nos asumimos como “líderes de opinión” (voluntariamente o no) sin dimensionar el trabajo y la responsabilidad que ello implica. Nos lanzamos a emitir veredictos desde atriles en los que nos sentimos bastante cómodos y, desgraciadamente, llenos de resentimiento. Por supuesto que esto aplica para mí. Soy el primero en reconocerlo.

 

En innumerables ocasiones he cedido a la tentación de que mi bilis salpique mis comentarios de una u otra manera; no obstante, siempre defenderé la libertad de expresión tan necesaria en estos tiempos tan sombríos. Aquí el periodismo entra en funciones cardinales.

 

Una de las cosas que más me inquieta de este autodenominado gobierno de la cuarta transformación (las minúsculas son intencionales, por supuesto) es la férrea descalificación que se hace de aquellos que a través de la pluma manifiestan su desacuerdo con ellos. No ignoremos el hecho de que muchos pseudo periodistas son precisamente eso: simples marionetas de gente con el poder suficiente para manipularlos. Pero los identificamos y, en ocasiones, vale la pena leerlos para descalificarlos y exhibirlos (como sucedió con el ahora bochornoso texto de Eduardo Caccia).

Lo que no logran entender los fieles seguidores de la 4T es que no es obligación aplaudir todo lo que se impulsa o señala desde el gobierno; por el contrario, es terriblemente perjudicial y, al final, las consecuencias nos cobrarán la factura. Eso resultará imposible de burlar.

 

El ejercicio crítico del periodismo (con todas sus virtudes y desperfectos) es una necesidad en cualquier nación que se cuelgue la etiqueta de democrática. El problema es que aquí pretende silenciarse esa práctica. Puedo suponer (porque, en realidad, no me consta) que la máxima de Obrador es “conmigo o contra mí”, dividiéndonos en el camino. Qué ironía para un mandatario con las virtudes que presumía.

 

Condenar en automático a aquellos que disciernen del gobierno no es aconsejable ni sano, a menos de que se trate de una difamación o falsedad –porque éstas se multiplican con rapidez. Qué perjudicial es creer que la única prensa que cuenta es la presenta en las “mañaneras” para llenar de piropos y cursilerías al presidente. ¿Ese es el periodismo que merecemos después de los gobiernos del prianismo?

 

Tan malos son los Loret como los Lord Molécula, pues emboban y alimentan falsas nociones de lo que está sucediendo en México, una nación que viene arrastrando podredumbre, violencia y miseria por décadas. Quizá sea una reflexión simple y poco fundamentada, pero es honesta y puntual: México está mal por culpa de su gente. Duele reconocerlo porque fingimos no ver los problemas o vestimos de deidad a un charlatán. Leer nos hará libres, dicen por ahí.

 

Por último, responder desde presidencia a las palabras del The Economist demuestra cuánto le pesa a Andrés Manuel lo que se diga de él. Desconozco si lo que pretenden es “dictar línea” a un medio internacional. De risa.

 

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