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sábado, 5 de junio de 2021

Discos que no deben faltar en tu fonoteca: Super Sessions (1968)


 

Era 1968 y el tecladista, vocalista, compositor, arreglista y productor Al Kooper invitó a uno de los mejores guitarristas blancos de blues: el ya desaparecido Michael Bloomfield (miembro en ese momento de Electric Flag), para realizar un disco. Bloomfield acudió, pero debido a problemas de cansancio, sólo pudo grabar cinco temas antes de caer abatido por el agotamiento físico. Ante esto, Kooper acudió a Stephen Stills para que entrara al relevo. Así surgió esa obra maestra del blues blanco –grabada en tan sólo dos memorables noches, las del 28 y 29 de mayo de aquel año– que es Super Session (Columbia Records). Por cierto, bajo esas circunstancias los tres músicos no llegaron a estar juntos en el estudio de grabación.

Apoyados por un sólido equipo de músicos de primer orden (Barry Goldberg en el piano, Harvey Brooks en el bajo, y Eddie Hoh en la batería, aparte de un anónimo, aunque extraordinario ensamble de metales). Los tres estelares terminaron produciendo un álbum extraordinario que lejos de tratar de parecer a los supergrupos como Cream, en realidad lo que se plasma en tremenda placa es rescatar esas míticas jam sessions de músicos de blues y de jazz que se solían realizar a altas horas de la noche.

Super Session es un álbum que rebosa calidad por doquier. Es la clase de disco donde predomina la música por encima de todo.

A la postre Super Session se volvió un disco histórico, clásico, de status legendario y que, a una distancia de más de cincuenta años, no ha envejecido, basta con escuchar la guitarra de Stills, por ejemplo, en “Season of the witch” (Si, la de Donovan) para darnos cuenta que estamos ante una gran obra maestra tanto del rock como del blues.

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