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domingo, 13 de junio de 2021

10 de junio tampoco se debe olvidar


 

Por Edgar Fernández Herrera

Después de unos comicios bastante movidos, me preguntaba cuándo fue el momento en que sentí la necesidad de poner a atención en los asuntos políticos de mi país. La verdad es que jamás me he sentido identificado por alguna postura política, no soy ni partidario algún partido; sin embargo, siempre he tratado de estar enterado de lo que sucede políticamente en México. Desde muy joven sentí un rechazo total hacia el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y realmente ese odio no nació de alguna crisis económica o algún escándalo de corrupción que haya protagonizado este partido, sino que fue el enterarme de la terrible matanza a estudiantes en Tlatelolco en 1968. Fue indignante tal suceso, pero al consultar documentación sobre el tema, descubrí lo hermoso e increíble que fue el Movimiento Estudiantil de 1968. Reducir este capítulo de la historia de México al 2 de octubre es un error, pues alguna vez alguien me preguntó si sabía algo sobre “El Halconazo”

 

Fiel a mis costumbres, busqué información al respecto para descubrir tristemente que, después de dos años y ocho meses de la masacre de Tlatelolco, un grupo de choque conocido como Los Halcones, de extracción militar, disparó contra una manifestación de estudiantes que apoyaba a la comunidad de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Era un 10 de junio de 1971.

 

En ese año Eduardo Ángel Elizondo promulgó una ley orgánica para la UANL que prácticamente suprimía la autonomía de la institución. Tanto el estudiantado como los académicos la rechazaron y empezaron una huelga y una serie de protestas, que tuvieron eco en muchas universidades del país. El Instituto Politécnico Nacional y la Universidad Nacional Autónoma de México respondieron al llamado y convocaron a una concentración de solidaridad. Es necesario resaltar que estudiantes de las dos casas de estudios más importantes del país se manifestaban juntos después de los lamentables hechos del 68.

La marcha, que aglutinó a cerca de diez mil personas según las crónicas de la época, comenzó en el Casco de Santo Tomás y recorrería las avenidas Carpio y de los Maestros para salir a la Calzada México Tacuba para dirigirse al zócalo capitalino.

 

Durante el trayecto tuvieron dificultades, pues las calles que desembocan a la Avenida de los Maestros estaban bloqueadas y fue en ese momento que el grupo de choque atacó a los manifestantes con armas de fuego. Los estudiantes trataron de huir y esconderse; sin embargo, fue inútil, pues se desató el caos y lo más indignante fue que la policía no intervino.

 

El tiroteo se prolongó porque el grupo paramilitar tenía todo el apoyo suficiente para atacar y frenar a los manifestantes. Los heridos fueron llevados al Hospital Rubén Leñero, y hasta ahí llegaron los Halcones para asesinar a los jóvenes. Esa misma noche, el ejército resguardó Palacio Nacional y el presidente Luis Echeverría anunció una investigación sobre la matanza y afirmó que castigarían a los culpables, castigo que aún se sigue esperando. Tanto las autoridades federales y capitalinas negaron la existencia de Los Halcones durante muchos años.

 

Tres meses más tarde, los jóvenes mexicanos volvieron a protagonizar otro evento icónico y transcendental en la historia del país, ahora en la localidad de Avándaro, Estado de México, donde se organizaba el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro 1971. Si bien este suceso no estaba ligado a los movimientos estudiantiles, en él se sintió la resaca de las matanzas. No obstante, sí hubo un momento de conexión entre el rock mexicano y la política: Three Souls in My Mind, banda encargada de cerrar, dedicó ‘Street Fighting Man’, de los Rolling Stones, a los caídos del 68 y del Halconazo.

 

La agresión del Jueves de Corpus (que coincidió con el día de la celebración católica) ha sido eclipsada por el Movimiento del 68; sin embargo, son tan indignantes ambos sucesos por lo que implicaron y la protección que han gozado los responsables desde entonces. Casi treinta años después, Luis Echeverría, el entonces presidente del país, sería señalado como responsable de esta masacre; sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo exoneró de toda responsabilidad, terminado así formalmente el 26 de julio de 2005 con el juicio sobre los hechos del 10 de junio de 1971, como se hizo posteriormente en 2009, por el crimen cometido en 1968.

 

Por más que lo presuma, el Sr. Andrés Manuel López Obrador, actual presidente de México, su 4T no es el gran factor de cambio en este país. La poca o mucha democracia que hoy vivimos se debe a mucha gente, hombres y mujeres por igual, que han exigido, peleado y fallecido por causa de sus ideales de libertad y democracia. Entre ellos están todos los estudiantes que cayeron en la plaza de las Tres Culturas y el 10 de junio de 1971; por eso es muy importante nunca olvidar la masacre de Corpus.

 

Nota: Fotografía tomada por Armando Lenin Salgado (1938-2018)

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