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domingo, 13 de junio de 2021

Attila, de Mina

 


Por: Oscar Fernández Herrera

Attila, Edizioni 1 & 2, de Mina Mazzini. Para bien y para mal, la música italiana ha tenido un profundo impacto en el pop mexicano. Desde hace décadas, artistas nacionales han hecho suyas canciones como “La Maldita Primavera” (Loretta Goggi), “Bella Señora” (Giani Morandi) y “Toda La Vida” (Lucio Dalla), por mencionar tres ejemplos bastantes visibles. No obstante, ninguno se ha decidido a “tocar” a Mina Mazzini, la Tigresa de Cremona. Única. Nadie como ella.

 

El Fenómeno Mazzini es bastante curioso (e increíble): se inició́ como intérprete de los éxitos del rock estadounidense en los años cincuenta, y ya en los sesentas reclamaba más atención con temas como “Città Vuota”, “Se Telefonando” y “Conversazione”. En 1971, “Grande, Grande, Grande” la catapultó al estrellato internacional de manera casi inmediata. Después, el silencio (aunque no dejó de grabar música). Mina anunciaría su retiro de los escenarios, si bien seguiría su carrera desde sus estudios de grabación en Italia y Suiza.

 

Así comenzó́ un ritmo frenético de trabajo que incluía dos discos por año y que se extendería hasta entrados los noventa, cuando bajó la cuota a una sola placa por año. Es asombroso cómo Mina ha mantenido su carrera sin aparecer en público. Los rumores y teorías sobre su reclusión son tantos que ya nadie les presta atención. Su último disco, Maeba, se editó́ hace unos meses.

 

Attila se lanzó́ en dos volúmenes y puede considerársele como uno de sus trabajos más finos y exitosos en términos de ventas. “Tiger Bay”, “Se Il Mio Canto Sei Tu”, “Non Tornerò”, “Sensazioni”, “Don’t Take Your Love Away” (chingonsísima interpretación de la canción de Isaac Hayes), y “Che Volgarità” son un viaje de emoción pura.

 

Destaca también la caratula del disco, obra de Luciano Tallarini con fotografías de Mauro Ballets modificadas por Giani Ronco, y que llegó a exhibirse en el Museo de Arte Contemporáneo en Nueva York. Imperdible.

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