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lunes, 7 de junio de 2021

“Niños del cielo”


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

Érase una vez y fue suficiente para mí. “Niños del cielo” (بچه‌های آسمان) es una de esas películas que uno se encuentra arrumbada por ahí, lejos del glamour que cacarean las producciones hollywoodenses, en una repisa de cualquier tienda de videos. Se trata de un filme dramático dirigido por el iraní Majid Majidi en 1997 y que seguramente te entusiasmará a causa de su historia tan humana y sencilla.

 

Lejos de las habituales sensiblerías comunes en este tipo de relatos, “Los niños del paraíso” (su segunda traducción en Latinoamérica) se sitúa en el Irán contemporáneo, ese que no encuentra su lugar en los matutinos, que desnuda y descubre a la clase más humilde, casi anónima e irreconocible para cualquier oficial gubernamental que presuma de prosperidad y felicidad entre la población común.

 

La historia comienza cuando Alí, un pequeño de aproximadamente ocho años, extravía (accidentalmente) los zapatos de Zahra, su hermana menor. Minutos antes del incidente, nos percatamos de cómo un trapero coge las estropeadas zapatillas sin pretender hacer daño alguno. Desesperado, Alí buscará inútilmente el calzado de su hermana. Sabe que en la familia escasea el dinero, por lo que sólo puede imaginar el desconsuelo de Zahra y la furia de su padre. La primera dificultad no tarda en llegar: ¿cómo acudirá Zahra al colegio sin sus zapatillas?

 

Forzado por la situación, Alí le sugerirá a su hermana que use sus tenis para ir a estudiar. La única condición es que Zahra regrese de sus cursos lo antes posible para que Alí se ponga los zapatos y llegue, a toda velocidad, a su escuela. Las demoras y los enfados no se hacen esperar. Las amonestaciones constantes ponen al pequeño Alí contra la pared. Está a punto de confesar su desdicha cuando la suerte se le presenta: un campeonato de atletismo dará un par de zapatillas nuevas al tercer lugar.

 

Entusiasmado, el niño intenta escribirse cuando su profesor le comunica que las fechas de registro ya expiraron. Alí no puede contener el llanto ante la mirada desconfiada de su coach, quien le consuela diciéndole que podrá intentarlo el próximo año. Después de insistir, el profesor accede a probar al pequeño quien, a su vez, demuestra una velocidad inusual –resultado de todas las carreras que ha estado pegando para llegar a tiempo al instituto. ¡Las cosas están mejorando! Eso es lo que cree Alí, pues desconoce el enorme número de participantes que enfrentará en la competición para alcanzar el tercer lugar.

 

“Niños del cielo” no es un filme libre de dramatismos; no obstante, con ellos se delinea una historia completamente auténtica, donde la significación de la familia y la fortaleza de los lazos entre hermanos lo son todo. Más allá de estas cuestiones, el director exhibe y denuncia la precariedad y las iniquidades a las que se enfrentan los protagonistas. Los contextos son a la par elementos para destacar: la religiosidad de los progenitores de Alí y Zahra (sin caer en fanatismos estereotipados, pero sí en una fe que los conduce a la resignación) y la educación como base para lograr otra forma de vida, una promisoriamente mejor. El machismo, sin lugar a dudas, está ahí, habitual y abierto en una sociedad supuestamente impropia a la nuestra. Las estructuras sitúan a ambos géneros en roles detallados y demasiado arraigados (los niños, por ejemplo, deben asistir a clases separados y en diferentes edificios).

 

Por último, sobresalen las virtudes de ambos niños: intuitivos y compasivos el uno con el otro. Los dos soportan y desafían con apremio los peligros que se les presentan. La vida así se los reclama y, como en la carrera, no hay un solo momento para detenerse y respirar. Imperdible.





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