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sábado, 3 de julio de 2021

El Submarino Amarillo


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

A mi mamá, por su cariño y por mostrarme el camino de la melomanía.

 

Era un pinche mocoso cuando vi por primera vez esta película de “Los Bicles”; recuerdo que después de la misa dominical de las 12:00 horas, mi papá siempre se dirigía a un puesto ambulante para comprar o intercambiar películas, formato Beta. En ese negocio conseguimos muchas películas palomeras, infantiles y los clásicos de siempre. En uno de esas oportunidades, mi mamá observó “El Submarino Amarillo” y preguntó por ella; el señor le dijo que traía mucha música de ellos (los Beatles) y que, además, era de caricaturas. Mi señora madre no lo pensó más y la exigió. La traíamos en un paquete bastante colorido, nuevecito (je je je); aunque no recuerdo haberla visto de inmediato porque mis padres veían siempre las películas en primer lugar para ver que eran aptas para nosotros (los más pequeños).

 

No obstante, cuando al fin pude verla, recuerdo que me atrapó totalmente a pesar de mi corta edad (siete u ocho años); la música me encantó y la trama, igual. Los dibujos me resultaron extraños, pues no era la animación tradicional de Disney; había algo en aquellos diseños, pero no lo deduje en ese momento. Tendrían que pasar muchos años para entender esa extrañeza.

 

La canción que dio el título a la cinta apareció “Revolver”, la joya que el cuarteto de Liverpool publicó en 1966; también, apareció como “sencillo” (acompañado de Eleanor Rigby). A partir de ese momento se convirtió en un clásico infantil.

 

Después vendría la película, que resolvía varios problemas al mismo tiempo: cumplían el contrato que tenían firmado con un estudio cinematográfico (y que les obligaba a filmar un proyecto más), ni apartaba o desenfocaba a los cuatro músicos en los procesos de grabación de discos (su interés primordial). Por cierto, los Beatles jamás estuvieron entusiastas con el proyecto.

 

Heinz Edelmann fue el responsable del diseño de los Beatles animados, con sus sacos y bigotes prominentes, la gama de colores psicodélicos, esos fondos marinos recargados e iluminados. Edelmann juró que nunca había incursionado en el ácido, que todo había sido fruto de su imaginación. Sin embargo, a partir del estreno de Yellow Submarine, sus colores y sus formas son las que se asociarán por siempre a lo lisérgico, de ahí por qué no lo entendí en su momento.

 

La trama de la película es sencilla y simpática: la Banda del Sargento Pepper es atacada por los Blue Meanies, unos malvados simpatiquísimos. Ellos prometen desterrar la alegría, el amor y la música de Pepperland. Fred, el director de la banda, se dirige a Liverpool para buscar ayuda en los Beatles. Ellos acuden y vencen a los Blue Meanies con su música. Todos terminan cantando “All you need is love” y “All together now”.

 

La película se estrenó en julio del 68 y fue un éxito de crítica y taquilla, rebasando las expectativas del cuarteto, que jamás atendió el proyecto. Lo anterior queda demostrado echándole un vistazo al soundtrack de la película (que salió seis meses después de la película), pues éste reciclaba canciones de discos anteriores y sólo incluía un par de canciones nuevas nada interesantes.

 

A más de cincuenta años después de su estreno, Yellow submarine se mantienen inexpugnable. Son un mundo propio, iluminado y, principalmente, feliz en el que se recrean los chicos y los adultos (me incluyo, por supuesto) de cualquier parte del mundo: todos quieren, todavía, abordar ese maravilloso submarino amarillo. No en balde esta película es unos de los recuerdos más hermosos de mi infancia y me ha acompañado hasta la fecha.

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