Por Oscar Fernández Herrera
Inglaterra, década de los ochenta. Señalados, golpeados e intimidados, grupos homosexuales radicales perciben cómo las autoridades policiales dirigían su atención hacia la resistencia minera, que se había alzado contra las políticas neoliberales que Margaret Tatcher, la dama de hierro, impulsó para “redelinear” al sector y quitarles muchos de los derechos laborales conquistados. Conscientes de lo que significa estar bajo la bota de la autoridad, Mark Asthon (interpretado por Ben Schnetzer) decide crear “Lesbianas y gays apoyan a los mineros” y unirse a su causa.
Hermanados por las circunstancias, los dos grupos aparentemente dispares establecen un diálogo que no siempre resultará auténtico y honesto. Con todo, ambas partes descubrirán las diferentes apreciaciones de la realidad, las disputas sociales y la forma en cómo se hace frente a un enemigo común. La aceptación y el reconocimiento del otro son dos elementos importantísimos en esta película, dirigida por Matthew Warchus.
Basada en hechos reales, “Pride” nos presenta una realidad gastada, pero en pocas ocasiones entendida cabalmente: el orgullo de ser y pertenecer, con todo lo bueno y malo que ello implica. Mineros y homosexuales manifestarán, a través de sus acciones, lo difícil que significa el entendimiento de la naturaleza humana.
Pese a lo agotadora que resulta esta confraternización, los momentos animados no faltan en esta historia, si bien no podemos desdeñar el meollo del asunto.
Bill Nighy, Imelda Staunton y Paddy Considine son sólo una muestra del gran reparto de esta película. Imperdible.
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