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domingo, 30 de enero de 2022

AMLO, el necio

 

Por Oscar Fernández Herrera

 

Cuando Andrés Manuel López Obrador responde, durante la celebración de sus conferencias matutinas en Palacio Nacional, que “tienen coraje (los “neoliberales”), quieren seguir con el régimen de corrupción”, se aprecia en muchos de nosotros una sensación de desilusión increíblemente profunda. Una persona (imagínense si se trata del primer mandatario de un país con tantos problemas como el nuestro) que siempre te dice lo mismo, sin importar el tipo de pregunta que se le formule, demuestra sus limitaciones porque –básicamente- no sabe nada.

 

La palabrería del presidente es, con toda honestidad, un problema público porque sólo se sitúa en su matinée televisiva para replantear una y otra vez los problemas del pasado sin ofrecer acciones concretas para resolverlos. Sumamos ya tres años en los que hemos visto cómo empeora el escenario nacional.

 

Las mismas instituciones gubernamentales reconocen el incremento de homicidios, atentados y quebrantamientos de la ley. El desabasto de medicamentos es indiscutible, los programas sociales y educativos son rehenes de la dañina política, y la economía no ha logrado repuntar en los últimos meses. Tampoco pasemos por alto el pésimo manejo de la pandemia.

 

No tomar en cuenta la actuación de gobiernos anteriores es, del mismo modo, un fatal error; no obstante, detenerse en el pasado y no actuar producen más y más fatalidades que urgen el trabajo inmediato de las autoridades correspondientes.

 

Dos sucesos recientes nos han sacudido como sociedad: la exhumación del cuerpo de un bebito para introducir droga en un penal de Puebla y el infame asesinato de la periodista Lourdes Maldonado. En ambos casos ha habido una respuesta tan tibia del presidente que nos preguntamos si realmente está comprometido con el pueblo “bueno y sabio”. Como mexicanos le exigimos certidumbre y justicia social.

 

AMLO tiene muchas cualidades como político, pero sus desatinos (como llamarnos adversarios a los que nos quejamos) y su egocentrismo son sus peores consejeros. Nosotros, los de a pie, seremos los que sufriremos (aún más) las consecuencias.

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