Por Oscar Fernández Herrera
Después de la millonaria renegociación de su contrato discográfico con WB, Prince iniciaba los noventas con una importante notoriedad púbica que le permitiría continuar con su ascenso en los escenarios musicales más prestigiosos de todo el mundo. Lamentablemente, la buena fortuna pronto se esfumó para arrojarlo a un foso repleto de escándalos, disputas y burlas.
El músico originario de Minneapolis, Estados Unidos, deseaba –contra los deseos de su casa discográfica- distribuir todo el material que producía en aquel momento, sin considerar la saturación que esto causaría en el mercado. Después de múltiples altercados, Prince decidió obstaculizar la promoción de algunos de sus discos y, súbitamente, empezó a mostrarse públicamente con la palabra “esclavo” tatuada en una de sus mejillas.
La censura no tardó en llegar y la música del geniecillo púrpura simplemente desapareció de la radio. La prensa difícilmente cubrió el asunto hasta que Prince anunció su “muerte” y el nacimiento de 0(+>, un glifo imposible de pronunciar. Con él, afirmaba el cantante, recuperaba su libertad para grabar y publicar su trabajo bajo sus propios términos. No obstante, este hecho no lo liberaba de sus obligaciones contractuales con Warner.
De esta suerte, Prince siguió impedido para materializar sus pretensiones. “Chaos & Disorder”, el disco que reseño en esta oportunidad, correspondió a esas encomiendas laborales que, finalmente, le concederían su emancipación.
Todo parece sugerir que se trata de una obra mediana, con nula estimación artística y si bien no logra el estatus de sus producciones más destacadas, “Chaos & Disorder” aporta mucho más al legado de Prince de lo que la prensa especializada señaló en su oportunidad.
Desde el disco estrellado con una lágrima en la que puede apreciarse el logo de WB hasta el montaje fotográfico de un corazón en el retrete, todo parece desenmascarar al anarquismo y a la discordia como las únicas circunstancias en las que se grabó esta placa. Pese a lo anterior, es importante señalar que se trata de una colección de temas que fueron inicialmente grabados para aparecer en otros discos (como “The Gold Experience”).
Etiquetado como “material grabado inicialmente para uso personal”, “Chaos & Disorder” aparentó ser lo último que WB publicaría del músico (muchos años después se reconciliarían). Fue descatalogado rápidamente y apenas generó algunos comentarios en las publicaciones de espectáculos. “Dinner with Delores”, la única pista que lanzó como sencillo, no consiguió notoriedad en las listas de éxitos a pesar de su calidad.
Lo primero que sorprende en este disco es la constante presencia de la guitarra, convirtiéndolo de tal forma en uno de sus trabajos más roqueros y alternativos. La rola inicial, que da título a la placa, lo dice todo: I get hit by mortars, everywhere I go I'm loitering. Chaos and disorder ruining my world today…
La crudeza sonora de las pistas da una sensación de que éstas son demos o anteriores a un proceso de corrección y perfeccionamiento. Esto, para nada, empobrece su disfrute pues lo hace único, algo bastante inusual en la discografía del artista. “The Same December” es una muestra irrefutable del señorío del álbum: contundente e inquietante. “I Like It There” es el track más sexual que encontraremos, si bien no es tan arriesgada como aquellas glorificaciones a la libídine que lo hicieran tan famoso y controvertido.
En el lado b tropezamos con algunos ejercicios funk y jugueteos raperos. Figuran enormemente “Into the Light” y, sobre todo, “I Will” con su férrea promesa: I will walk this road, I will, I will. It's going to be hard but I know I will, I will. La paranoica y psycho funk “Had U” cierra un disco lleno de altibajos, pero que merece ser rescatado de las sombras para disfrutarse como lo que es: una intrépida muestra de las aptitudes musicales de Prince.
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