Por Edgar Fernández Herrera
Hace unos años encontré un podcast muy interesante y entretenido, conducido por Laura Barrera. “El soundtrack de una vida” tiene como finalidad invitar a un personaje (un músico, escritor, actor, o una figura política) que compartirá las diez canciones más emblemáticas de su vida mientras narra el contexto en el cual escuchó dichas canciones, de manera que esas sean las razones por las cuales sean tan importantes para él o ella.
Pues bien, desde hace unas semanas retomé dichos podcasts; mi mamá estuvo convaleciente y para evitar que sus días fueran pesados y monótonos, empecé a ponerle dichos programas. Tuvieron mucho éxito y esto provocó que retomara un viejo proyecto de elegir mis diez canciones favoritas. Lo logré, si bien es un ejercicio muy difícil, considerando lo melómano que soy, y dejar fuera a David Bowie, La Barranca, Bob Dylan y a José Alfredo Jiménez me dolió hasta en el alma, pero la dinámica es que sean sólo diez canciones y hay que respetar las reglas y, sin más preámbulo, les presento el “soundtrack de mi vida”.
1. Tiro De Mulas - Lalo Guerrero y sus ardillitas. Mi hogar fue siempre un hervidero de música: se escuchaban desde baladistas, música nueva o de protesta, norteña, cumbias o tropicales, rancheras y hasta un poco de rock. A los pequeños, que en ese momento éramos Oscar y yo, nos compraban música infantil y compartíamos los discos de Parchís, Enrique y Ana, Burbujas, Topo Gigio y Cri Cri, pero también se coló en nuestra fonoteca Lalo Guerrero y sus ardillitas. Eran hilarantes y muy divertidos, y disfrutaba mucho de sus discos. Tardé muchos años en saber quién era Lalo Guerrero y su importancia, un genio musical, muy ligado a la cultura de los pachucos (se puede notar en sus vestimentas y obvio en su música). Es considerado como el padre de la música chicana. Esta canción tiene una letra simpática y que era cantada por el buen Pánfilo. Se trata de un country muy rítmico. Hace poco encontré la versión original grabada por el mismo Lalo Guerrero en 1959. Me gustó mucho, pero por esa nostalgia que evoca a mi niñez prefiero mil veces la versión de Pánfilo, Anacleto y Demetrio.
2. Pescadores de Ensenada - Los Cadetes de Linares. El gusto por la música norteña se arraigó desde muy niño y el culpable fue mi señor padre, pues solía escuchar a Ramón Ayala, Los Donneños, Lorenzo de Monteclaro, Carlos y José, y a Los Invasores de Nuevo León, entre otros. Pero sus preferidos fueron Los Cadetes de Linares; aún recuerdo la tarde cuando mi papá llegó con ese disco. Lo puso en el tocadiscos para que todos pudiéramos apreciar el acordeón de Lupe Tijerina, el bajo sexto del gran Homero Guerrero y, sobre todo, las magníficas voces cantándoles a los puertos más importantes del Pacifico: Acapulco, Cabo San Lucas, Manzanillo, Mazatlán y, obviamente, Ensenada. Todavía conservo el disco como uno de los más grandes tesoros de mi fonoteca.
3. Love Me Do - The Beatles. Crecí escuchando música; además de los discos que se tenían, fue por medio de la influencia directa radio. Recuerdo perfectamente a Cesar Alejandre en Radio Capital, conduciendo el Cara a Cara; a 620, “donde la música llegó para quedarse”, y al extraordinario José Gutierrez Vivó con sus esplendidos noticiarios en Radio Red. Es muy probable que haya escuchado a The Beatles en la radio, pues mi mama solía poner estaciones donde se escuchaba al cuarteto de Liverpool; sin embargo, mi primer recuerdo relacionado con la banda inglesa fue un EP que se tenía en la casa y que traía cuatro canciones (entre ellas “Love Me Do”). Me atrapó la música, aún tengo muy presente el sonido de la armónica ejecutada por John Lennon y esas voces que nomás no lograba entender. Me explicó mi mamá que “estaban cantado en inglés”, pero poco importó si les entendía o no, pues desde ese momento anidó en mi corazón la música de Lennon, McCartney, Harrison y Starr. Esta canción fue la culpable de que hasta el día de hoy siga escuchando a The Beatles, y fue la puerta para explorar la música rock, que ha sido el distintivo de mi vida. Debí haber tenido unos seis o siete años cuando sucedió esto, un gran salto porque dejé la música infantil para pasar ser un beatlemano de tiempo completo.
4. Personal Jesus - Depeche Mode. Mi mundo se cimbraba, pues empezaba a abrir la famosa y necesaria brecha generacional. Cursaba la secundaria y aunque seguía escuchando religiosamente a “Los Bicles”, no toda la gente de mi edad escuchaba a los viejos héroes a los cuales estaba acostumbrado. No recuerdo exactamente cómo llegó a mí el “Violator”, de Depeche Mode, pero todos en la secundaria (esa era mi percepción) cantaban y bailaban “Personal Jesus” con un beat irresistible que nos motivaba a bailar o los que no sabíamos hacerlo, pues movíamos los pies o las manos al ritmo de la canción. En los ratos libres que nos daba el maestro de danza, nos dejaba poner música para distraernos un poco. Recuerdo que alguna vez alguien puso a Vanilla Ice y su nefasta “Ice Ice Baby”, pero también había buenas ondas porque alguien puso “Personal Jesus” y fue grandioso. Ese amor por Depeche Mode lo compartí con mi amigo Víctor Hugo Gutiérrez, también conocido como el “Gury”. Este canijo se compró el casete original e importado, mientras que yo lo compré “pirata” en el tianguis; eso sí, sonaba chingón. Mi cuate de repente se burlaba de mí, pero yo volteaba la situación al recordarle que yo tenía el 101 en LP y él no. Este recordatorio le provocaba enojo, ya que en verdad envidiaba mi conciertazo en el Pasadena Rose Bowl, pero aun así siempre nos compartimos música. Escuchar el “Violator” es regresar a mis días en la Secundaria Técnica Número 25.
5. Catch - The Cure. No fue la primera canción que escuché de esta gran banda; de hecho, el primer LP que oí de ellos fue “Standing On The Beach”, pues un vecino me prestó el “Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me”. Debo de confesar que me costó un poco de trabajo digerir a la banda, pero quedé especialmente enamorado de “Catch”. Me gustó mucho la canción. En el bachillerato conocí a mi gran amigo Ademir Villalobos, quien resultó ser un acérrimo fan de La Cura, así que me prestó el “Seventeen Seconds” y el “Kiss Me…” Los escuché con otros oídos y el impacto fue brutal, y si ya se había abierto la brecha generacional, con The Cure, ésta se hizo más grande, ya que ese sonido obscuro me atrapó de inmediato. No obstante, la bella balada “Catch” entró con todo y se convirtió en mi canción favorita. Me gustaba ser un fan de The Cure porque me sentí identificado con su propuesta, y aunque la gente mayor que me aceptaba de muy buen agrado por ser un beatlemano, ya me veía con otros ojos. Incluso para mis amigos de mi edad, The Cure no era tan digerible como Nirvana, Pearl Jam o Duran Duran. Eso fue muestra de que iba por buen camino, la brecha generacional se abría de forma definitiva; además, me sentía diferente porque no todos escuchaban a The Cure y eso me hacía especial.
6. Mariana - Oscar Chávez. Nuevamente de vuelta a mi niñez: mi papá tenía un casete en el que estaba grabada música de Los Folkloristas, Amparo Ochoa y el grandioso Oscar Chávez, y esa canción me causaba una alegría escucharla. Tiene un ritmo precioso y una letra que cuando era niño me provocaba una tremenda curiosidad: “la química, retórica botánica y sistema decimal”. No entendía nada, pero me gustaba; además, siempre me pregunté ¿cómo es posible que un hombre, por una mujer, sea capaz de bajar a los infiernos? No lo entendía y, según yo, jamás haría eso. El Caifán Mayor me sedujo con su música y su presencia escénica, tuve la oportunidad de verlo en concierto en tres ocasiones. Su muerte en 2020 me dolió mucho.
7. Mannish Boy - Muddy Waters. No lo sabía en ese momento, pero cuando en mi niñez escuchaba a The Rolling Stones, ya escuchaba blues. Fue un tío el que me hizo notar eso, pues en una ocasión escuchábamos “I want to Loved” y en ese momento me preguntó si sabía que esa canción era de Muddy Waters. No supe qué responder porque ni siquiera sabía quién era el tal Muddy. Años después, me topé con una revista llamada “La mosca en la pared” en la que venían artículos de leyendas de blues; ahí leí quién era Muddy Waters, pero tardaría un poco más para escucharlo. En otra ocasión mi papá nos llevó a comer al mercado de Cuautitlán. Después de degustar unos taquitos de cecina, nos dirigimos al centro y ahí estaba un puesto de casetes grabados; al pararme para ver qué había en tal puesto, hallé el “His Best” de Muddy Waters. No lo dudé y lo compré. De regreso a casa, aproveché el estéreo del carro familiar, pero por poco me aventaban con todo y casete, pues nadie le gustó, pero yo quedé maravillado. Desde ese momento me dediqué a buscar recopilaciones de blueseros, particularmente del sello Chess Records. Siempre me ha gustado del blues, no en balde siempre he dicho que “mi alma está obscura porque está infectada de blues”.
8. Ella Uso Mi Cabeza Como Un Revolver - Soda Stereo. La verdad siempre he escuchado poco rock en español, y no se trata de malinchismo o porque el rock en inglés sea mejor. Simplemente porque jamás había escuchado una banda que tuviera calidad y que me provocara algo. Conocí a Soda Stereo en el fatídico 1985 y su “Cuando pase el temblor”, pero fue hasta 1993 que realmente la banda argentina me atrapó. Canción plenamente rocanrolera y que no lo pide nada a ninguna canción en inglés. Cerati siempre será un genio de la música.
9. Peaches in Regalia - Frank Zappa. Conocí al gran Frank Zappa gracias a “La Mosca en la pared”. Sólo recuerdo que alguna vez un tío mencionó al tipo de las “ratas calientes”. Unas semanas más tarde, en una escapada al Tianguis del Chopo, compré con mi proveedor habitual el “Stricly Commercial”, disco abre precisamente con esta belleza de jazz-rock; a partir de ese momento me volví “zappatista” y nunca me ha decepcionado.
10. Pyramid Song - Radiohead. Mi canción favorita del quinteto de Oxford. De una belleza melancólica y hasta obscura, era 2001 y yo pasaba por un momento un tanto raro; por un lado, seguía de luto por la muerte de mi padre, acaecida un año anterior y, por otro, estaba muy contento porque trabajaba en una buena empresa y precisamente ahí conocí un par de amistades que aún conservo. Escuché el disco “Amnesiac” muchas veces durante los trayectos de ida al trabajo y de regreso a la casa; todo esto para aligerar el trayecto, ya que el tráfico en Av. Insurgentes y en la Autopista México-Pachuca era bastante pesado. Solía sentarme en la ventanilla de los microbuses, me ponía los audífonos y le daba “play” al discman para que sonara Radiohead. Muy buenos recuerdos los de aquellos días.
Siempre he tenido en mi mente y mi alma el que eres una persona muy sobria en tu personalidad con este blog ratificó fielmente esto. Y mi hermano perdón por arruinarte una buenísima rola de calaveras y diablitos que puse 1000 veces un abrazo que sigan los éxitos y bendiciones a la familia
ResponderBorrarMe gusta que me compartas tus gustos musicales, algunos de ellos no los conocía y creo que de ninguno sabía el origen, me llevé una sorpresa con aquellos que no entraron en la lista pero disfruté el viaje por tu vida y en el tiempo a través de este soundtrack.
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