Por Edgar Fernández Herrera
El 20 de febrero se celebró el juego de las estrellas de la NBA en la ciudad de Cleveland. Por motivo de los 75 años de la asociación de baloncesto, se organizó un homenaje a los mejores jugadores durante la historia de este deporte. Fueron reconocidos 75 jugadores por sus grandes aportaciones al baloncesto.
La lista incluye nombres emblemáticos, verdaderas leyendas de este deporte. En algunos casos no hay discusión de por qué se encuentran en tan selecta vitrina, pero hay otros cuyo nombramiento es muy cuestionable. Entiendo perfectamente que él será el futuro de la NBA, pero a Giannis Antetokounmpo aún le falta recorrido y números para llegar al Olimpo de la NBA; por el contrario, me dio mucho gusto que se haya incluido al gran Dominique Wilkins, quién militó la mayor parte de su carrera con los Atlanta Hawks. Este señor fue todo un artista en el acto de “donquear”; sus volcadas eran espectaculares. De hecho, ganó el concurso de “retacadas” en 1985 y 1990, y fue el campeón sin corona en 1988. Es verdad, no ganó ningún campeonato, pero sus habilidades a la hora de volar y acercarse al aro eran incuestionables.
También está un inamovible, un icono de los Lakers de Los Angeles. Me refiero al gran Kareem Abdul-Jabbar. Con una gran carrera colegial como Ferdinand Lewis Alcindor, en UCLA, obtuvo todos los récords posibles a nivel universitario; es en estos días que empezó a usar sus características gafas a raíz de una lesión en la córnea izquierda.
Llegó a la NBA en 1969 con los Bucks de Milwaukee para lograr su primer campeonato un año después. En 1975 fichó para los Lakers LA y jugó con ellos hasta 1989, compartiendo duela con otro gigante del equipo angelino: Magic Johnson. Con él, logró cinco campeonatos más.
Pero la grandeza de Kareem (cambió su nombre en 1971 para convertirse al islam) no sólo radica en los campeonatos y numerosas marcas que impuso durante las 19 temporadas que jugó baloncesto, fue un gran activista y luchador por la igualdad racial y religiosa.
No voy aburrirlos con los números de sus récords, pues ahí están en los libros de la historia de este bello deporte; sólo expresaré que es el más grande jugador de todos los tiempos simplemente porque lo vi jugar. Era fascinante, dominaba su posición e imponía su gran estatura.
¿Habrá algo más que separe a Jabbar de los demás? Pues anotaré que en su momento se dio un mano a mano con Bruce Lee y por supuesto su skyhook sigue siendo el arma ofensiva más imparable y famosa en la historia de la NBA.
Showtime, Kareem!
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