Por Edgar Fernández Herrera
Rosalino Sánchez Félix nació el 30 de agosto de 1960 en Culiacán, Sinaloa, en una familia de pocos recursos. Muy joven, en la década de los setenta, tuvo que migrar de manera ilegal a Estados Unidos. Algunos han contado que estaba huyendo de un crimen que cometió al asesinar con un arma de fuego al abusador sexual de su hermana menor.
Hasta ahora es una historia que no ha sido aclarada, pero la historia de Chalino siguió en Inglewood, donde vivió con una tía. Establecido, comenzó la búsqueda de empleo, pero no logró nada, hasta que, al lado de su hermano Armando, se iniciaron en la venta de drogas y también como “coyotes”.
Tiempo después se mudó a Los Angeles, California, donde grabó sus primeros demos y ofreció algunas presentaciones. No fue hasta 1992 cuando su fama explotó, en un concierto en la ciudad de Coachella. Fue herido de bala en el pecho y, por increíble que parezca, sobrevivió y de esta manera comenzó la leyenda musical de Chalino Sánchez.
No obstante, ese mismo año marcaría una terrible tragedia. El 16 de mayo, en un canal de agua ubicado cerca de la ciudad de Culiacán, Sinaloa, unos campesinos encontraron su cuerpo. Después de una presentación en esa misma ciudad, fue abordado por supuestos policías que lo “invitaron” a irse con ellos. El intérprete de “Nieves de Enero” no volvería con vida.
A casi 30 años del asesinato de Chalino Sánchez, la Fiscalía General del Estado (FGE) de Sinaloa reveló que las investigaciones continúan, pero reservó el caso como “secreto” durante los próximos años, porque pondría en riesgo la investigación.
El asesinato de Chalino Sánchez es probablemente el primer crimen que sacudió al regional mexicano, y lo más seguro que jamás se sabrá quién fue y qué motivó el asesinato, pues la impunidad en México sigue siendo la norma.

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