Calzonzin inspector

 

Por Oscar Fernández Herrera

 

Dirigida por Alfonso Arau, “Calzonzin inspector” es una punzante sátira política que desnuda y muestra la corrupción del sistema político mexicano. Don Perpetuo del Rosal, presidente municipal de San Garabato, recibe información relacionada con la próxima visita de un inspector que, de manera anónima, recorrerá el pueblo para desarrollar un reporte por órdenes del gobierno estatal. Preocupado, decide eliminar cualquier demostración de su pésimo mandato.

 

De esta forma, el “ilustre” Don Perpetuo dirigirá una remodelación del pueblo, destruirá las manifestaciones públicas, y encarcelará a los opositores políticos. Las personas a su cargo y las más acomodadas secundarán las acciones de la autoridad para asegurar su cómoda prosperidad. Con todo, sus planes no se sostendrán porque el inspector llega a San Garabato rápidamente, sorprendiéndolos a todos.

 

Halagado por el mismísimo Don Perpetuo, el fiscalizador recién llegado recorrerá un pueblo donde las “espontáneas” muestras del cariño se hallan en cada esquina, el orden impera y todo simula una codiciada felicidad. Lo que nadie sabe es que Calzonzin y Chon, su fiel acompañante, son simplemente dos indígenas que tratan de escapar de un par de matones anónimos. Eso sí, ambos personajes son mañosos y lo sobradamente inteligentes para descubrir los montajes del presidente municipal, por lo que se beneficiarán de la situación.

 

Filmada en 1974, con guion de Alfonso Arau, Juan de la Cabada, Eduardo del Río “Rius” y Héctor Ortega, “Calzonzin inspector” disecciona cada pútrida representación del priismo de aquella época, aquel que saqueó a México por décadas y empobreció a su pueblo al negarle educación y obstaculizarle oportunidades de progreso. Desgraciadamente los colores políticos ya nos demostraron que el desenfreno y la brutalidad continúan.

 

Censurada por dieciséis años, esta historia nació en las páginas de “Los Supermachos”, de Rius, para disgustar y señalar públicamente a los “líderes” corruptos, y causar deliberaciones en el mismísimo corazón de la sociedad mexicana, dolorosamente acostumbrada a los sometimientos y caprichos de la clase dominante.