Por Edgar Fernández Herrera
En 2013 disfrutamos del desenlace de unas de las grandes series de todos los tiempos: “Breaking Bad”. El creador Vince Gilligan reveló ese mismo año que AMC y Sony estaban interesados en un spin off de la serie y que éste se centraría en el personaje de Saúl Goodman (Bob Odenkirk), y para 2015 se estrenaría la primera temporada.
La serie protagonizada por Odenkirk narra cómo Jimmy Mcgill se convierte en Saúl Goodman, el habilidoso abogado que aparece en “Breaking Bad”. Grandes actores y emocionantes escenas fueron las que “Better Call Saul” trajo a todos los amantes de esta saga; incluso me atrevo a decir que esta serie es lo único que vale la pena para estar suscrito en Netflix.
Al principio, la serie causó dudas, pues el listón que dejó “Breaking Bad” quedó muy alto; sin embargo, con grandes actuaciones, increíble historia y espectaculares personajes, la serie se erigió como una de las mejores, causando el debate si “Better Call Saul” es superior a “Breaking Bad”. Si bien sigue los pasos de su predecesora en varios aspectos, ésta cuenta con su propio tono.
Creo que el gran éxito de la serie ha sido su guion tan sugerente, con diálogos equilibrados y muchísimo contenido respaldado por la semiótica de las imágenes que se manejan. Prácticamente en toda la serie está repleta de un lenguaje audiovisual lleno de signos que no sólo compensa la falta de palabras, sino que hace que la experiencia de verla sea interesante. Por otra parte, podemos encontrar referencias a Orson Welles, Jean Luc-Godard e Ingmar Bergman.
Sin ningún personaje de relleno, todos, absolutamente todos, cuentan con una historia y con un guion que profundiza en ellos; ninguno queda al vacío y además aportan en el proceso de metamorfosis de Jimmy a Saul, pero voy a destacar dos personajes: Kim Wexler (Rhea Seehorn), parte fundamental para el desarrollo del personaje de Jimmy, y Lalo Salamanca, probablemente el mejor villano del universo de Gilligan, pues en muchos momentos de la serie muestra comportamientos diabólicos y hasta psicópatas, pero nunca deja de caer bien al espectador (esto se debe al gran trabajo del actor mexicano Tony Dalton).
Mención aparte para Bob Odenkirk, el gran protagonista, quien desde “Breaking Bad” se comía la pantalla con cada aparición y con líneas de diálogo memorables. Ése era Saul Goodman, el excéntrico abogado. Odenkirk es un magnifico actor y luce a enormidades en su papel.
Esta semana termina la serie en su sexta temporada de alarido, sin ningún desperdicio. Pasen a verla en la plataforma de Netflix.
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