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domingo, 3 de diciembre de 2023

Tension


 Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Casi sin ningún tipo de anuncio, “Padam Padam” nos tomó por sorpresa gracias a sus infecciosos beats. Después del monumental logro artístico y comercial de “Disco” – pese a que fue lanzado en plena crisis sanitaria-, pocos esperaban que Kylie Minogue regresara con tanta autoridad. ¡Y vaya que lo logró! El sencillo, que flirtea con uno de los himnos más recordados de la célebre Édith Piaf, es una rola súper bailable, con unos guiños sensuales tan arrebatadores como insólitos en su ya prolífica discografía.

 

La superestrella australiana declaró a los medios que tanto la pandemia como su ruptura con Paul Solomons, le reclamaron una purificación para salir adelante. “Tensión” fue entonces el catalizador para esas amargas emociones. “El estudio puede ser como una terapia”, le confesaría después a la prensa.

 

A pesar del edadismo –discriminación por la edad o ageism- que la hostiga y arrincona a un segundo plano en favor de estrellas más recientes, Minogue decidió obsequiarnos una colección de rolas synth pop, disco y house, que conscientemente incluyó guiños a la sonoridad de los ochenta. Su participación como compositora es notable y laudable, pues en sus letras se descubren madurez y un anónimo erotismo. En la producción encontramos a Richard “Biff” Stannard, habitual en sus últimos trabajos, acompañado de Duck Blackwell, Jon Green, Cutfather y Lostboy, entre otros.

 

Contrario a la uniformidad de “Golden” y “Disco”, “Tension” es más un paseo modernizado y remasterizado por cuatro décadas de triunfos indiscutibles. Lejos de la nostalgia gratuita, las catorce pistas predican sobre el amor incondicional, los infortunios y las oportunidades que nos da el presente. Como si se tratara de un ardid, “Padam Padam” llegó a mí como si se tratara de una descarga de pulsaciones electro pop destinadas a ser el fenómeno punzante del verano.

 

Después de tan agradable sensación, me dispuse a esperar el lanzamiento de “Tension” mientras su lead single escalaba lento pero seguro en las listas de popularidad del pop mainstream. El entusiasmo generalizado del público y la crítica especializada fue bien recompensado, pues el disco es poderoso y endiabladamente sensual.

 

“Tension” se escucha muchísimo mejor de un sólo tirón, pues no todas las canciones mantienen el nivel, aunque sí sostiene el ritmo y la cohesión. Quizá no se trate de un disco audaz, pero es entretenido y bastante ameno, con éxitos seguros como “Hold on to now”, “Things we do for love”, “Story” y “One More Time” (además de los sencillos ya mencionados). Mensión aparte merece la inclusión de “10 out of 10”, con Oliver Heldens.

 

Oldboy


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

 

Hace veinte años se estrenó una de las mejores películas que he visto, con unos giros de trama que uno no se espera; y no, no es cine de Hollywood. Se trata de una obra maestra coreana: Oldboy.

 

Ignoro totalmente si en ese momento llegó a las salas de cine en México y, si así fue, debió ser un paso muy efímero. Yo la descubrí gracias a mi proveedor “bucanero” de cine en Ribera de San Cosme. Me la recomendó tanto que no pude resistirme y la compré. Me dijo: “Tarantino es un pendejo” y ante tal aseveración no pude negarme.

 

Considerada como la más importante película coreana de todos los tiempos. Es un salvaje viaje cinematográfico hacia el ardiente deseo de venganza en dos hombres enfrentados. Inspirada en el manga homónimo, la película fue dirigida magistralmente por Park Chan-wook. Es su consagración como director (fue premiado en Cannes en 2004, y recibió el galardón de las manos de Quentin Tarantino). Oldboy es la culminación de la llamada trilogía de la Venganza, pues fue precedida en esta saga por “Sympathy for Mr. Vengeance” y “Señora Venganza”.

 

Con una historia en apariencia sencilla, un hombre de negocios es secuestrado y retenido, sin saber el motivo, durante quince años en una celda en la que sólo hay una televisión. Al ser liberado, está dispuesto a todo porque no tiene nada que perder. Su único objetivo es desentrañar el misterio y encontrar a su captor y vengarse, pero aquí los giros tan inesperados en la trama la hacen una historia espectacular, pues lleva como tema central la venganza. El protagonista sufrirá de arrepentimiento y sentirá la humillación, y eso hace muy poderosa a la historia. Al final, nos veremos forzados a reflexionar. ¿Descansamos después de consumar una venganza?

 

Independientemente del guion, la película atrapa con sus imágenes violentas; de ahí el comentario despectivo de mi antiguo proveedor de cine, ya que la violencia de Tarantino es una coreografía y Chan-wook no utiliza coreografías. Su violencia es y se ve natural. Hay una escena en un pasaje o túnel en donde nuestro protagonista pelea solamente con un martillo contra decenas de tipos, mejor armados que él. La pelea es anárquica, no se ve un orden; por el contrario, se aprecia una torpeza y una desesperación, pero eso es lo que provoca que la escena sea tan icónica.

 

En 2013, el gran Spike Lee se encargó de dirigir el remake hollywoodense, con Josh Brolin, siendo todo un fracaso en crítica y taquilla. No vayan a perder el tiempo con esta versión.

 

Gran recomendación de esta película surcoreana. Una obra maestra.

 

 

Diamonds & Pearls


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Conocí a Prince y su tremenda obra musical antes de que él buscara la legitima posesión de su catálogo y, con él, la posibilidad de encaminar su destino artístico. En aquel momento, el geniecillo de Minneapolis transitaba por un periodo de altibajos que fomentó numerosas sospechas con relación a su legitimidad profesional e importancia comercial.

 

Después de una época hondamente prolífica (que sumó un poco más de seis álbumes de estudio y otro puñado más que compuso y produjo para sus protegidos), Prince se contempló en un momento terminante: “Graffiti Bridge”, su último esfuerzo solista, no logró los resultados deseados. Fue así que His Royal Badness se trasladó a los cómodos terrenos de pop para germinar su último gran blockbuster (si bien, afortunadamente, después tendríamos más obras para deleitarnos): “Diamonds & Pearls”.

 

La sorpresa no llegó sola, pues con ella emergió The New Power Generation, una banda de respaldo que lo acompañó (eso sí, con múltiples variaciones) durante muchísimos años. Esta primera alineación la integraron Tommy Barbarella, Rosie Gaines, Michael B., Sonny T., Levi Seacer Jr., Tony M., Kirk Johnson y Damon Dickson. Al combo se sumaron, temporalmente, las bailarinas Lori Werner y Robia La Morte.

 

El disco, como ya les adelanté, fue una gran impresión debido a su comercialidad y “pulcritud”. Muchos se decepcionaron del resultado final porque, de alguna manera, esperaron el sonido crudo y pionero con el que Prince definió a los ochenta. Para mí la cosa era distinta, pues fue mi primer acercamiento a su música (aunque vagamente recordaba “Batdance”). Yo simplemente quedé embelesado por lo que escuché en ese lejano 1991.

 

El citado álbum me acercó a Prince y a su sonido urbano que ciertamente no lo era porque si bien bebió del hip hop y el rap, éstos no sonaron lo suficientemente orgánicos en las rolas del género. Otra gran distinción fue la inclusión del new jack swing, un estilo de música pop muy de moda que fusionaba este género con resonancias del swing, R&B, hip hop, jazz o dance. La muestra más clara de lo anterior fue “Gett Off”, uno de los clásicos incuestionables de “Diamonds & Pearls”.

 

Pero siguió siendo un disco de Prince, así que no pudieron ignorarse el denuedo y la elegancia que irradiaron temas como “Willing & Able”, “Cream”, “Money Don’t Matter 2night”, “Insatiable”, Diamonds & Pearls” y “Strollin’”, entre otros. La sofisticación de “D&P” logró que muchos de los acérrimos fanáticos del sonido de los ochenta ignoraran el synthpop que diferenció a los hits más reconocibles del artista.

 

El “Sr. Steal Your Girl” dio un potentísimo golpe de autoridad con este álbum, aunque algunos manifestaron que fue más largo de lo necesario (coincido parcialmente porque, honestamente, me cuesta mucho trabajo escuchar “Jughead” y “Daddy Pop”). “D&P” prolongó espléndidamente su superioridad con “Love Symbol”, lanzado un año después. Con este combo, Prince demostró que sabía cómo mantenerse contemporáneo, inmediato a las tendencias y a los reflectores.

 

Como autor, Prince siguió y proliferó los temas recurrentes en obra: amor (“Diamonds and Pearls”), espiritualidad (“Thunder”) y sexo (“Gett Off).

 

Más de tres décadas después, los herederos de Prince han lanzado, para nuestro perpetuo goce, “Diamonds & Pearls: Super Deluxe Edition”, una espléndida reedición del material original que, al mismo tiempo, inserta un conciertazo en el mítico Glam Slam y más de tres horas de grabaciones inéditas (algunas de ellas circularon años antes en bootlegs).

 

A diferencia de los grandes clásicos (inéditos) que se publicaron en las anteriores reediciones de “Purple Rain”, “1999” y “Sign ‘O’ The Times”, aquí sólo encontré rolas “bonitas”, con giros interesantes y frenesíes ocasionales. Eso sí, debo elogiar y aplaudir la habilísima inclusión de “Horny Pony – Version 2” (más cruda que la que se lanzó como lado b), “Letter For Miles” (un enternecedor tributo instrumental para Miles Davis), “My Tender Heart”, “I Pledge Allegiance To Your Love”, “Instiable – Early Mix” (una versión aún más carnal y erótica), “The Last Dance - Bang Pow Zoom And The Whole Nine” (un buen remix de la odiosa “Jughead”), “Martika’s Kitchen”, “Alice Through the Looking Glass”, “Standing At The Altar”, “Diamonds & Pearls – Long Version”, “Cream – Take 2”, y “Get Blue”, si bien hay más rolas para todos los gustos.

 

Los remixes incluidos en el segundo disco son una genuina delicia, pero faltan “Gett Off – Extended Remix”, “Get Some Solo”, “Cream – Ethereal Mix”, “Gett Off – Flutestramental”, y “Housebangers”, entre otras tantos. El mix inédito de “Gett Off - Damn Near 10 Minutes” es para estallarle los oídos a cualquiera de lo bueno que es.

 

La joya de la corona es, sin lugar a dudas, la presentación en directo del disco, con una banda en plena forma, con sus capacidades artísticas al máximo. Es impresionante cómo tocan (a diferentes tiempos) los temas del álbum. Prince se escucha contento y despreocupado (“solo estamos improvisando”, dice en una de las pistas), resonando con más y más fuerza en cada una de sus notas vocales. ¡Genio!

De vez en cuando, me siento estafado


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

 

Hace unos días, se estrenó a nivel mundial el nuevo sencillo del Cuarteto de Liverpool: “Now and Then”; de hecho, la han anunciaron como la última canción de The Beatles.

 

Está de más decir que dicha grabación despertó mucho interés y expectativas. Los beatlemanos más recalcitrantes saben que el origen de la canción data de 1977 o 78. Es un demo casero grabado por John Lennon, solo con su voz y piano. Muchos años después, en 1993, mientras se trabajaba en “Anthology”, Yoko Ono le entregó a Paul McCartney unas cintas para que pudieran terminar algunas piezas que Lennon dejó inconclusas. Las elegidas fueron “Free As Bird”, “Real Love” y “Now and Then”. Pero esta última la grabación era de muy mala calidad e impedía un trabajo adecuado; se deshechó y no se volvió a tocar el tema. No fue sino hasta 2004 que McCartney y Starr volvieron a discutir si se volvía trabajar en el proyecto, pero no se hizo.

 

Fue hasta 2021 que Peter Jackson, con un dispositivo de inteligencia artificial, pudo aislar la voz de Lennon y, con la recuperación de las partes de guitarra de George Harrison, se trabajó para obtener un resultado final.

 

Pues así fue: se anunció con mucha algarabía el lanzamiento de la última canción de The Beatles junto con unas ediciones remasterizadas y expandidas de las recopilaciones 1962-1966 y 1967-1970 (los álbumes Rojo y Azul). La canción es todo un éxito de ventas.

 

Después de dar un pequeño contexto sobre “Now and Then”. ahora sí, me toca compartir mi punto de vista. En muchos lugares he leído y escuchado que es una joya, una obra maestra. Señores, seamos serios, la canción es muy malita, es medianona, tirándole a mediocre, calificarla como una joya es un despotrico, inclusive un insulto a verdaderas joyas de la discografía de The Beatles. Esta última canción no está  a la altura de “Strawberry Fields Forever”, “Here Comes The Sun”, “Drive My Car”, entre otras. Me queda claro que la “nostalgia” vende y eso es lo que se está haciendo. Es un ejercicio de nostalgia y la gente ha reaccionado muy positivamente y lo podemos ver en ventas y reproducciones del sencillo, que son muy buenas.

 

No me malinterprete, la canción es muy sencilla, la letra en bastante profunda y no hace falta decir quién fue la musa inspiradora. La voz de John suena muy suave, hasta podría decir amorosa y tierna, se siente que este señor en verdad estuvo siempre enamorado de Yoko Ono (aunque algunas personas han señalado que es con dedicatoria a McCartney). El trabajo posterior es de primer orden. Los arreglos musicales incluyen un grupo de cuerdas dirigido por Giles Martin, y Paul añadió voz, bajo y piano, Ringo su batería y voz. También se rescataron algunas partes de guitarra de George; insisto, no es una joya, pero tampoco es basura.

 

Mi gran problema es cómo la han vendido: etiquetarla como la última canción del Cuarteto de Liverpool cuando no lo es. Es una gran muestra de lo de que se puede lograr con la tecnología. Rechazo tajantemente el considerarla un trabajo de la banda porque no lo es por obvias razones (dos de sus integrantes están muertos y, siendo sinceros, es una canción de Peter Jackson y Paul McCartney porque ellos son los conductores y los genios de esta labor). Tampoco creo que Ringo haya aportado gran cosa.

 

Ya ni hablo de las ediciones expandidas de los álbumes rojo y azul porque es puro mercantilismo. Todo se trata de sacarles el dinero a los fanáticos incondicionales.

 

Pareciera que odio a los de Liverpool, pero no, han sido parte importante del soundtrack de mi vida; de hecho, empecé a escuchar rock gracias a ellos y jamás cuestionaré el impacto que tuvieron en la cultura, en lo social, en la política y hasta en la economía. Me gustan mucho, pero desde hace años dejaron de ser la banda de mi vida. Con el paso de los años artistas como Frank Zappa, David Bowie y The Cure, los han bajado del pedestal que en un momento llegaron a ocupar.

 

Aun así, pasarán muchas más generaciones y The Beatles seguirán sonando e impactando como en aquel lejano 1963 sin la necesidad de grabaciones nuevas o de ultratumba. Es suficiente con la discografía que publicaron entre 1962 y 1970, los cuatro jóvenes que se encerraban en los míticos estudios Abbey Road para crear verdaderas obras maestras. Ése es el único y verdadero legado de The Beatles.

 

 

 

 

 

“The Marvels”


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Después de más de una treintena de películas (súmele, al menos, una docena más de historias producidas por los “distinguidos” competidores), el Universo Cinematográfico de Marvel ya apesta. Y muuucho. Su tan publicitada fase cinco suma más altibajos y fracasos comerciales que Disney, su arrogante productora, debería considerar un freno temporal.

 

Con un presupuesto de casi trescientos millones de dólares, el entusiasmo por “The Marvels” fue mínimo desde el principio (“Ant - Man & The Wasp: Quantumania”, su predecesora, le allanó el camino debido a su paupérrimo argumento, mediana dirección y penosos efectos especiales) debido al anodino carisma de Brie Larson, su protagonista, la ausencia de una conexión entre el público e Iman Vellani, la estrella principal de “Ms. Marvel”, un falso melodrama juvenil que sólo los más distraídos encontraron en Disney+, y la nulidad que representa Teyonah Parris, la tercera a bordo en esta cinta llena de clichés y soserías.

 

Sí, la sobreabundancia de películas de superhéroes ocasionó la fatiga del género. Con múltiples lanzamientos cada año, los espectadores se sintieron abrumados por la falta de sorpresas y originalidad en las historias y personajes. La fórmula estándar de salvar al mundo se tornó agotadoramente predecible, lo que disminuyó el atractivo para un público que suele buscar experiencias cinematográficas más diversas (o, por lo menos, más entretenidas).

 

“The Marvels” es una película con una trama tan simplista que sólo le tira “a lo seguro”. El peligro que representa Dar – Benn, una líder kree interpretada por Zawe Ashton, raya en lo insípido. Es, probablemente, el peor villano en todo el MCU. Imagínense.

 

El relato es incómodo y, de verdad, esa insistencia de la casa del ratón (así, con minúsculas) por meter chistes sin ton ni son es horrenda. En resumen: “The Marvels” es un producto ligero, sin mayores ambiciones.

 

Véala en streaming si le gustan las cintas palomeras.

Nadie nos va a extrañar

  Por Oscar Fernández Herrera     Con frecuencia leo cómo la gente idealiza las décadas de los años sesenta, setenta e incluso ochenta...