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domingo, 3 de diciembre de 2023

De vez en cuando, me siento estafado


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

 

Hace unos días, se estrenó a nivel mundial el nuevo sencillo del Cuarteto de Liverpool: “Now and Then”; de hecho, la han anunciaron como la última canción de The Beatles.

 

Está de más decir que dicha grabación despertó mucho interés y expectativas. Los beatlemanos más recalcitrantes saben que el origen de la canción data de 1977 o 78. Es un demo casero grabado por John Lennon, solo con su voz y piano. Muchos años después, en 1993, mientras se trabajaba en “Anthology”, Yoko Ono le entregó a Paul McCartney unas cintas para que pudieran terminar algunas piezas que Lennon dejó inconclusas. Las elegidas fueron “Free As Bird”, “Real Love” y “Now and Then”. Pero esta última la grabación era de muy mala calidad e impedía un trabajo adecuado; se deshechó y no se volvió a tocar el tema. No fue sino hasta 2004 que McCartney y Starr volvieron a discutir si se volvía trabajar en el proyecto, pero no se hizo.

 

Fue hasta 2021 que Peter Jackson, con un dispositivo de inteligencia artificial, pudo aislar la voz de Lennon y, con la recuperación de las partes de guitarra de George Harrison, se trabajó para obtener un resultado final.

 

Pues así fue: se anunció con mucha algarabía el lanzamiento de la última canción de The Beatles junto con unas ediciones remasterizadas y expandidas de las recopilaciones 1962-1966 y 1967-1970 (los álbumes Rojo y Azul). La canción es todo un éxito de ventas.

 

Después de dar un pequeño contexto sobre “Now and Then”. ahora sí, me toca compartir mi punto de vista. En muchos lugares he leído y escuchado que es una joya, una obra maestra. Señores, seamos serios, la canción es muy malita, es medianona, tirándole a mediocre, calificarla como una joya es un despotrico, inclusive un insulto a verdaderas joyas de la discografía de The Beatles. Esta última canción no está  a la altura de “Strawberry Fields Forever”, “Here Comes The Sun”, “Drive My Car”, entre otras. Me queda claro que la “nostalgia” vende y eso es lo que se está haciendo. Es un ejercicio de nostalgia y la gente ha reaccionado muy positivamente y lo podemos ver en ventas y reproducciones del sencillo, que son muy buenas.

 

No me malinterprete, la canción es muy sencilla, la letra en bastante profunda y no hace falta decir quién fue la musa inspiradora. La voz de John suena muy suave, hasta podría decir amorosa y tierna, se siente que este señor en verdad estuvo siempre enamorado de Yoko Ono (aunque algunas personas han señalado que es con dedicatoria a McCartney). El trabajo posterior es de primer orden. Los arreglos musicales incluyen un grupo de cuerdas dirigido por Giles Martin, y Paul añadió voz, bajo y piano, Ringo su batería y voz. También se rescataron algunas partes de guitarra de George; insisto, no es una joya, pero tampoco es basura.

 

Mi gran problema es cómo la han vendido: etiquetarla como la última canción del Cuarteto de Liverpool cuando no lo es. Es una gran muestra de lo de que se puede lograr con la tecnología. Rechazo tajantemente el considerarla un trabajo de la banda porque no lo es por obvias razones (dos de sus integrantes están muertos y, siendo sinceros, es una canción de Peter Jackson y Paul McCartney porque ellos son los conductores y los genios de esta labor). Tampoco creo que Ringo haya aportado gran cosa.

 

Ya ni hablo de las ediciones expandidas de los álbumes rojo y azul porque es puro mercantilismo. Todo se trata de sacarles el dinero a los fanáticos incondicionales.

 

Pareciera que odio a los de Liverpool, pero no, han sido parte importante del soundtrack de mi vida; de hecho, empecé a escuchar rock gracias a ellos y jamás cuestionaré el impacto que tuvieron en la cultura, en lo social, en la política y hasta en la economía. Me gustan mucho, pero desde hace años dejaron de ser la banda de mi vida. Con el paso de los años artistas como Frank Zappa, David Bowie y The Cure, los han bajado del pedestal que en un momento llegaron a ocupar.

 

Aun así, pasarán muchas más generaciones y The Beatles seguirán sonando e impactando como en aquel lejano 1963 sin la necesidad de grabaciones nuevas o de ultratumba. Es suficiente con la discografía que publicaron entre 1962 y 1970, los cuatro jóvenes que se encerraban en los míticos estudios Abbey Road para crear verdaderas obras maestras. Ése es el único y verdadero legado de The Beatles.

 

 

 

 

 

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