Por Oscar Fernández Herrera
Con frecuencia leo cómo la gente idealiza las décadas de
los años sesenta, setenta e incluso ochenta. Sus sonidos, estilos y costumbres
son retratados con tanto delirio y entusiasmo que resulta imposible no desear
estar ahí por simple curiosidad. A pesar de la generalización de aquellos años,
poco de su encanto llegó a los entristecidos noventa, que transcurrieron llenos
de sobresaltos y profecías incumplidas.
Para mí, la cosa fue distinta porque, pese a los malos
augurios y las pérdidas económicas, disfruté mi adolescencia al lado de música
realmente asombrosa (“Nevermind”, “OK Computer”, “Ten”, “Odelay!”, “Automatic
for the People”, “Homogenic” y “Mellon Collie and the Infinite Sadness”), cine
de otro nivel (“Pulp Fiction”, “Goodfellas” y “The Silence of the Lambs”), y
comics que sorprendieron a todos (“La muerte de Superman”, “La caída de Batman”
y “Crepúsculo esmeralda”). Pero hubo muchísimo más.
Claro que la adolescencia no fue, para nada, un momento de
transición siniestro o rutinario; por el contrario, fue una época de llena de logros
y descubrimientos.
Mientras un adolescente bordea por las complejidades de la
vida, comienza a descubrir las pequeñas maravillas que lo rodean: el sabor de
la verdadera amistad, la emoción del primer amor y la satisfacción de lograr
una meta personal. Las experiencias cotidianas, como compartir las risas con los
grandes amigos, explorar una pasión creativa o simplemente contemplar una
puesta de sol, pueden convertirse en momentos significativos. Eso, sazonado con
los ineludibles sinsabores, es lo que nos ofrece “Nadie nos va a extrañar”, una
serie realizada por Catalina Aguilar, Samuel Kishi y Silvana Aguirre.
Memo, interpretado por Axel Madrazo, es el chico recién llegado
a la escuela, sin amigos y con la presión social de encajar, sentirse cómodo y
ser aceptado por los demás. Es ahí cuando Tenoch, Marifer, Daniela y Alex lo admitirán
como parte del grupo con el que comercializan tareas académicas. Poco a poco,
Memo encontrará los modos para oponer resistencia a los desafíos de la
preparatoria… o al menos eso creeremos porque, como sucede en la vida real, no
todo será como parece.
El tono de la serie está súper bien logrado que se halla
entre las tragedias de la adolescencia y la llegada de la adultez. Las
anécdotas son creíbles, nada anodinas y sí habituales, con sus toques de
comedia y dramatismo. Las actuaciones de Virgilio Delgado, Camila Calónico, Macarena
O. y Nicolás Haza son categóricas y, por momentos, bastante notables. El
decorado político - social del México de aquellos años es retratado con
muchísimos aciertos, pues trasluce los melodramas cotidianos sin robar
protagonismos.
Uno de los aciertos más plausibles de la serie es el uso de
rolas de Julieta Venegas, Fobia, Duncan Dhu, Hombres G y Caifanes para
ambientar o robustecer diferentes momentos a lo largo de la historia. Esto, en
definitiva, conectó fuertísimo con el público en general.
El relato circunscribe temas tan actuales como el bullying,
la autopercepción, el amor adolescente, la amistad, el compañerismo, la familia
y el suicidio… todo ello plasmado con mucho amor y profesionalismo. El último
episodio le romperá el corazón. Imperdible.
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