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domingo, 2 de febrero de 2025

The Rainbow Children


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

 

Prince dejó una huella indeleble en la música con su fusión única de funk, rock, R&B y pop, para dar paso a un sonido completamente transformador que rompió barreras y definió décadas. Su habilidad para mezclar géneros, su destreza como músico y su audaz estilo artístico lo consolidaron como una de las figuras más influyentes de la historia musical. Con todo, aún hay mucha música suya para redescubrir (sí, estoy refiriéndome a los álbumes que, por alguna razón, han sido menospreciados o desairados por algunos sectores del “respetable” y el análisis periodístico).

 

Cuando “The Rainbow Children” se lanzó al mercado en 2001, Prince trabajaba casi en el anonimato; su música era inaccesible para el gran público y omitida por la crítica especializada que, en aquel momento, escasamente lo etiquetó como un trabajo demasiado teatral y pomposo. Con todo, “The Work, Pt. 1”, sencillo que se distribuyó gratuitamente a través de internet, logró algo de notoriedad gracias a su fusión de funk y jazz inspirado por James Brown.

 

El disco es, frente a ese tropel de resonancias del jazz, un trabajo espiritual que nos cuenta la traición y el destierro de una sociedad utópica que crearon Los Niños del Arcoíris, y cómo su líder, El Sabio, busca en Dios la llegada de una compañera que no lo abandone. El relato, en ocasiones desmedido y ambiguo, es una reinterpretación de la biblia y la mitología egipcia. Por fortuna, la música sobresale para recordarnos que Prince es un hombre libre y de firmes creencias.

 

Como si se tratara de un fastuoso número de ópera neo rock, Prince suena con asombrosa fluidez al transitar de un jazz funk a un ardiente R&B con bastante facilidad. Si bien puede resultar molesto para un oyente ocasional, “The Rainbow Children” está repleto de grandes canciones como “The Everlasting Now” (un clásico instantáneo) y “The Last December” (épica). Pese a sus estridentes guitarras, los efectos de ralentización restringen el goce en ciertos momentos.

 

Es probable que los grandes sinsabores que dejó este álbum sean su religiosidad y la poquedad de un jazz más auténtico (en algunos temas suena bastante genérico). Por último, la incomodidad del público frente a un discurso aparentemente evangelizador y la poca atención mediática aplastó cualquier triunfo artístico.

 

Mucho se debatió con relación a que el propósito de Prince al grabar “The Rainbow Children” era avergonzar a Mayte, su primera esposa. De hecho, algunos tracks fueron tachados de moralistas y racistas.

 

Personalmente es un disco que me gusta (aunque no sé en qué lugar lo pondría si tuviera que calificarlo), pues además de los temas ya mencionados, en él escucharás “She Loves Me For Me”, un temazo de altísimo valor. Muy recomendable pese a sus rimbombancias líricas.

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