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sábado, 6 de septiembre de 2025

Cónclave


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Con el deceso de mi papá en 2000, experimenté una profunda tristeza que me apartó de la iglesia católica por más de dos décadas. Sí, ocasionalmente asistía a una homilía porque algo se celebraba y, curiosamente, nunca dejé de persignarme si me hallaba frente a un templo o a una imagen religiosa. Renuncié a la fe que me inculcaron mis padres pese a que de niño quise ser sacerdote, y la suplí con insinceros actos (como el santiguarme), críticas mordaces contra el clero y el enojo que la muerte de mi padre me dejó.

 

Mi mamá, con esa asombrosa sabiduría que tienen casi todas las madres, supo esperar y, en el momento indicado, me preguntó si querría regresar a la iglesia. Mi respuesta no fue inmediata, pero accedí gracias a que algo en mi corazón me lo pidió. La he acompañado desde entonces con fervor y mucho cariño.

 

Fueron estas circunstancias (sin considerar mi afinidad por el séptimo arte) las que me llevaron a ver “Cónclave”, una cinta hollywoodense dirigida por Edward Berger que, pese a los clichés que suponemos para estas películas donde el clero es el protagonista, es una obra maestra (que no está libre de algunos errores).

 

Basada en una novela homónima de Robert Harris, esta película se centra en el minucioso proceso para elegir a un nuevo papa, lleno de religiosidad, duda y mucha intriga política, pues el poder es tan codiciado que muchos conspirarán para obtenerlo.

 

La curiosidad es el primer gancho para acercarnos a “Cónclave”, pues mucho se ha especulado con relación a los procedimientos cardenalicios que se siguen para elegir al máximo dirigente de la iglesia católica: las puertas de roble macizo que se cierran con un arcaico rugido, y el cerrojo que suena como una sentencia. Dentro, los rostros son sombras bajo capuchas pesadas; sólo los ojos —hundidos, inquisitivos— brillan con la luz vacilante de los cirios. El aire huele a incienso, humedad y secretos. Cada susurro es un puñal envuelto en terciopelo, cada mirada, un conjuro apenas contenido. En la parte exterior, el mundo contiene el aliento. Dentro, algo más que un nombre será elegido: una voluntad se teje en silencio, y no todos saldrán indemnes de ella.

 

Ralph Fiennes nos da una increíble cátedra de actuación como el vacilante Cardenal Lawrence. El segundo gancho lo da un guion que, si bien no está libre de ciertos absurdos, resulta inteligente, original y fascinante si se le mira con detenimiento. Los detalles están en cada cuadro y las maquinaciones políticas pueden saltar en cualquier momento, sin ninguna advertencia. Ese misticismo la hace muy recomendable.

 

John Lithgow, Lucian Msamati, Stanley Tucci y Sergio Castellitto completan un reparto de lujo.

 

El paralelismo (el componente eclesiástico y los ardides políticos) se entretejen de forma que ninguno predomina claramente. Hay un equilibrio. La humanidad de los cardenales queda expuesta sin disimulos, son como nosotros y ellos también ambicionan y pecan.

 

La dirección de Berger logra un ritmo contenido y tenso, como si cada plano fuera una oración murmurada en medio de la incertidumbre. El diseño de producción es impecable: el mármol de El Vaticano, los trajes litúrgicos, las frases en latín y los espacios cerrados refuerzan la sensación de sacralidad y encierro que impregna todo el filme. Técnicamente, “Cónclave” despliega solemnidad sin caer en el vacío pomposo y consigue hacer sentir al público el simbolismo de cada decisión tomada tras el muro.

 

Desde una perspectiva cultural, la película no sólo puso en tela de juicio la fe, la obediencia y el poder dentro de la iglesia, sino que también expuso la fragilidad humana de quienes ostentan el poder. En una época en la que la espiritualidad coexiste con la desconfianza institucional, invita a reflexionar sobre el papel que todavía desempeña la religión en nuestro enramado social. Más allá del catolicismo, es una meditación cinematográfica sobre lo sagrado y lo profano, sobre el alma y su diálogo continuo con el mundo.

 

No se la pierda en plataformas digitales.

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