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sábado, 27 de septiembre de 2025

Crystal Ball


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Si eres un entusiasta de la música y el talento de Prince, sabes que “Crystal Ball” es un disco legendario… uno que jamás se editó por múltiples razones (que en otro texto les compartiré). “Crystal Ball” es, por el contrario, el vigésimo álbum de estudio del geniecillo de Minneapolis (el cuarto acreditado al símbolo que él asumió para librarse de su contrato laboral con Warner Brothers). Es también su segundo disco triple después de “Emancipation”, lanzado un año antes en 1996.

 

Se trató del primer repertorio de temas inéditos que se compilaron de la legendaria bóveda, pues incluyó tomas descartadas que se grabaron entre 1983 y 1996. Por otra parte, algunas ediciones adjuntaron los álbumes “The Truth” y “Kamasutra”. Esto se debió a los numerosos retrasos en la entrega de “Crystal Ball”, que se comercializó a través de una línea telefónica. El desorden fue tal, que algunos clientes recibieron, en su lugar, un libro con las letras de “Emancipation”, una camiseta o un casete de “The War”, atribuido a New Power Generation, la banda de Prince.

 

El “artista” (como lo llamaban en ese entonces) no grabó ningún tema especial para este trabajo, pero sí añadió siete remixes o versiones alternativas de canciones que se editaron antes. Tampoco consideró la inclusión de temas que involucraran a The Revolution, su primera y más célebre agrupación.

 

Lo que Prince ofreció para esta colección resultó un poco decepcionante para sus más acérrimos seguidores, quienes objetaron la selección de canciones y el tiempo de cada volumen, que se limitaba a cincuenta minutos por cada uno. Pese a las primeras consternaciones, “Crystal Ball” ofreció temazos para todos los gustos.

 

El tema homónimo, uno que casi alcanza los once minutos de duración, es un monstruo (en el mejor de los sentidos) que parece sintetizar toda la obra de Prince: la psicodelia de “Around The World In A Day”, los arreglos orquestales de “Parade” y los sintetizadores de “1999”. Por cierto, una versión ligeramente más larga circula en diferentes bootlegs. La canción, de haberse lanzado como se planeó, habría sido épica en 1986. “Dream Factory” reclama entonces su merecidísimo protagonismo. Ésta, de igual forma que su predecesor, es legendaria porque formó parte de otro álbum (el tercero con The Revolution) que se frustró. De este proyecto de igual forma se enlistaron “Sexual Suicide”, “Last Heart” y “Movie Star”.

 

“Days Of Wild”, “Acknowledge Me”, “Interactive” y “Ripopgodazippa” se grabaron originalmente para “The Gold Experience”, lanzado un año antes, en 1995. Las cuatro son fantásticas y, francamente, no me imagino lo que hubiera pasado si se hubieran lanzado en aquel trabajo. “Hide The Bone”, compuesto por Brenda Lee Eager y Hilliard Wilson, es una chulada.

 

Otro destacado es “Cloreen Bacon Skin”, un intrigante y socarrón tema de casi dieciséis minutos que se grabó durante un descanso de una gira en 1983 y que, posteriormente, se citó o sampleó en “Tricky” (de The Time) y en “Soul Psychodelicide” (aún inédita).

 

Una cortita pero hermosa balada es “An Honest Man”, que se ensayó y produjo en el curso de las grabaciones de “Parade”, el soundtrack para “Under The Cherry Moon”. En esa línea está “Good Love”, un tema que sí se comercializó (aunque fuera de la discografía oficial de Prince), pero que iba a lanzarse primeramente en “Camille”, otro malogrado álbum.

 

“The Ride”, un track registrado en directo desde los Paisley Park Studios en 1995, está cargado de estridentes guitarras con un toque de blues, algo que Prince tocaba bastante en sus aftershows. Es muy apropiado para “The Undertaker”, el disco al que iba destinado y que finalmente se dejó de lado (aunque puede escucharse gracias a las versiones no oficiales que circulan en el mercado).

 

“Crucial” es otro de los prodigios que podemos escuchar en “Crystal Ball”. Según múltiples fuentes, se presume que éste fue reemplazado por “Adore” para finalizar “Sign ‘O’ The Times”, la obra cumbre de su majestad púrpura. De igual forma se dice que se escribió concretamente para “The Dawn”, un musical que tampoco se realizó.

 

Otros favoritos son “Make Your Mama Happy”, “Calhoun Square” y “She Gave Her Angels”, una canción con un profundo significado emocional porque está unida al único hijo de Prince, quien falleció poco después de haber nacido debido al síndrome de Pfeiffer en 1996. “She Gave…” se pensó para “Emancipation”, pero después se consideró para “Happy Tears”, un álbum infantil que se canceló por claras razones.

 

En términos musicales, “Crystal Ball” es una radiografía del laboratorio sonoro de Prince: sus capas de producción, sus mutaciones estilísticas y su forma única de grabar, remezclar y reinventarse sin la necesidad de validación externa. Técnicamente, el disco muestra tanto su obsesión por el control como su voluntad de compartir retazos inacabados, lo que lo hace culturalmente invaluable.

 

Más allá del caos en su distribución, es una cápsula del tiempo y un testimonio de la creatividad inagotable de un artista que no solo desafió las normas de la industria, sino que expandió las fronteras de lo que significa hacer música.

 

Súper indispensable.

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