The Cure: Disintegration
Por: Edgar Fernández Herrera
Dedicado a: Ademir Villalobos, amigo y fan de La
Cura de toda la vida, sentimiento que compartimos.
Un 2 de mayo de 1989, The Cure editaba Disintegration, su octavo álbum de estudio, con un sonido menos festivo que el anterior (Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me), producido por Dave Allen y el mismo Robert Smith. Fue grabado en los Estudios Outside, en Berkshire, Inglaterra.
La alineación que trabajó en este disco es posiblemente la clásica: Simon Gallup se encargó del bajo, junto a Porl Thompson en las guitarras y Boris Williams en la batería -tres de los miembros históricos de The Cure-, Roger O’Donnell a los teclados, que remplazaba al expulsado Laurence Tolhurst, que de hecho si recibió créditos como others instruments (fea manera de aparecer en este discazo), y Robert Smith con su extraordinaria voz y en guitarras.
Sin lugar a dudas, su vuelta al sonido gótico fue un acierto para volver a estar en el punto de mira por parte de la crítica, los acérrimos fanáticos y el público en general. Desde la inicial “Plainsong”, con ese ambiente casi de funeral y la voz de Smith, sabes que te espera un recorrido sónico como pocos.
El disco continúa con un gran clásico: “Pictures Of You”, una de las canciones de desamor más punzantes de la banda, que narra la ausencia de un ser amado, es una infaltable en las presentaciones de The Cure; sin embargo, yo prefiero la versión del Entreat.
“Closedown”, sin demeritarla, es sólo el enlace para lo que viene después: “Lovesong”. Se trata de un The Cure juguetón y atrevidamente pop, canción regalo de bodas para Mary Poole, esposa de Robert Smith. Se trata del único momento luminoso dentro del todo el disco, pues de inmediato volvemos a la obscuridad con “Last Dance”.
“Lullaby”, el primer sencillo de Disintegration, es una canción hipnótica; su génesis fueron algunas historias aterradoras que los familiares le contaban al pequeño Robert y, a partir de esos recuerdos, construyó una extraordinaria melodía con una letra espeluznante que se convirtió en un hit y que también contó con un extraordinario video dirigido por Tim Pope y que en su momento fue premiado en los Brit Awards de 1990. Después de tremendo tema, viene “Fascination Street”, el tema con mayor difusión en la radio y cómo no, si el tema está inspirado en la calle donde Jelly Roll Morton mostraba su talento en el piano y amenizaba bares de mala muerte a principios del Siglo XX. Me refiero a Bourbon St. En New Orleans, epicentro del jazz. Simon Gallup luce enormidades en el bajo.
En la parte final del disco escucharemos tres de los cuatro temas más largos del álbum. “The Same Deep Waters As” -con sus nueve minutos- nos lleva una atmosfera tranquila, pero antes de este tema escuchamos a un Robert Smith cantando con una desolación casi extrema en “Prayers For Rain”.
“Disintegration” captura todo el espíritu del álbum, con un desarrollo pop, que se va a alargando sin llegar a aburrir o cansar, para continuar con la dulce “Homesick” y “Untitled” (una de mis canciones favoritas de The Cure), el broche perfecto para el desenlace.
Han pasado más de 30 años de su publicación y “Disintegration” es definitivamente la obra cumbre de Robert Smith y compañía. El disco no ha perdido alma ni sustancia y su sonido nunca se ha quedado desfasado, pues sigue sonando fresco y actual, por lo que se ha convertido en una pieza clave en la historia de la música.
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