Por Oscar Fernández Herrera
Seamos honestos: la Cuarta Transformación no simpatiza con la prensa. Pruebas no faltan para demostrar que, desde algunos escenarios políticos y económicos, la desinformación y los ataques mediáticos injustificados son la norma para esta administración. Simulaciones y descalificaciones completamente desmedidas brotan sin ningún tipo de control. No obstante, es importante señalar que, por una facción de prensa promotora de lo falso, el gobierno de López Obrador no puede descalificar a un gremio tan necesario en las sociedades actuales.
Escribo lo anterior porque me disgustan los señalamientos del presidente contra el periodismo en general, tachándolo de mafioso y tramposo; y no porque no lo sea en algunos casos, sino porque resulta desmedido colocar a toda la prensa dentro de una misma categoría. Sucede también que al primer mandatario le desagradan el análisis y los descubrimientos que se filtran por medio de distintas plataformas informativas (tanto nacionales como internacionales).
Como respuesta a estos dos escenarios, AMLO comenzó un “quién es quién en las mentiras de la semana”, una sección dentro de sus “mañaneras” para exhibir las fake news más inmediatas. La noción por sí misma ha generado molestia y preocupación en distintos sectores públicos y sociales del país, pues se asegura que estas descalificaciones son infundidas y sólo cumplen los caprichos del presidente: “estás con él o contra él”.
Todo esto hace debatible el hecho de si es correcto que sea la misma presidencia la que se constituya como entidad enjuiciadora (inquisidora, dirán unos cuantos) de los distintos mensajes mediáticos que circulan a través de la prensa. No porque en ella todo sea transparente, sino porque constan dudas razonables con relación a la transparencia de este ejercicio.
En otro momento señalé lo básico que resulta la libertad de expresión y que resulte en la sociedad el correspondiente análisis de los discursos comunicacionales. Manifesté en aquella ocasión que concierne a los consumidores de la información señalar a los supuestos periodistas y desmentir sus afirmaciones. El político tabasqueño, por su parte, defenderá su postura con hechos comprobables y no con señalamientos que podrían traducirse en manipulaciones y coacciones.
¿Se trata de un abuso de poder? Démosle tiempo a esta práctica y asumamos una mirada crítica para respaldarla o, si es necesario, censurarla.
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