Por Edgar Fernández Herrera
La primera vez que tuve contacto con la música de Led Zeppelin fue hace muchos años. Era un niño y lo recuerdo perfectamente: era una casete piratota con portada que presentaba a un samurái y se llamaba “Rock Revolution”, y traía “Whole Lotta Love”. Curioso, leí en los créditos que la banda que interpretaba semejante canción era Led Zeppelin.
Con el pasar de los años me enteré de la historia de la banda y escuché más música de ellos. Me gustaron, siempre me gustaron, pero no la considero entre mis bandas imprescindibles, y no es por la calidad musical. Mi desagrado hacia ellos se debe a que me cae muy mal el guitarrista de la banda (Jimmy Page) y por los varios casos en los cuales la banda ha estado involucrada en demandas por el robo de canciones y que han perdido en su gran mayoría.
Todo esto viene a propósito de que el próximo el 8 de noviembre se cumplirán 50 años de la publicación del cuarto álbum, conocido popularmente como “Led Zeppelin IV”, aunque en realidad no tiene nombre. En la portada del disco no se consideró ni siquiera el nombre del grupo, decisión de Page y que en Atlantic Records no fue de sus agrados; sin embargo, hasta el día de hoy ha vendido alrededor de 40 millones de discos y por esta razón está considerado entre los mejores discos en la historia de la música.
Pero no sólo las ventas influyeron para que sea considerado entre los más importantes de la historia, sino también por la gran calidad de las canciones que integran el plato.
El disco inicia con la poderosa “Black Dog”, que fue escrita en honor a un perro que merodeaba Headley Grange, lugar en el que se maquiló gran parte de esta obra; con un riff de guitarra muy pesado y contundente, inmediatamente sigue con un homenaje al genial Little Richard, “Rock And Roll”, un tema con todo el “groove” que manejaba el gran pianista de Macon, Georgia.
Luego está la tierna presencia de la desaparecida Sandy Denny, la maravillosa voz del grupo folk inglés Fairport Convention, en “The Battle of Evermore”, canción que narra los acontecimientos de la guerra anglo-escocesa. Sin embargo, la gran batalla de “El Retorno del Rey” impregna la composición más un añadido imposible de pensar en alguna composición de Led Zeppelin, me refiero a la mandolina ejecutada por Jimmy Page
Seguimos con la llamada canción definitiva del cuarteto inglés: “Stairway To Heaven”, la obra cumbre y legendaria. Concebida por un fan de lo celta y “El Señor de los Anillos” como Robert Plant, se trata de una canción épica y complicada, con una letra que hasta el mismo Plant, según dice, no tiene ni idea del significado. No obstante, la gente le ha dado significado según su propia perspectiva, hasta le han incluido mensajes satánicos que se pueden escuchar tocando el long play al revés, esto sólo ha hecho que acrecente poderosamente su leyenda.
“Escalera al Cielo” es unos de los ejemplos en los cuales la banda se ha vuelto involucrada en plagio o robo de otras composiciones al no dar los créditos correspondientes y no pagar las regalías. Los sobrevivientes de la banda californiana llamada “Spirit” y los familiares de Randy California, que han alegado que su pieza instrumental “Taurus” de 1968 contiene unos arpegios sospechosamente similares a los que posteriormente se convertirían en reconocibles en todo el mundo con la canción emblemática de Led Zeppelin. Los ingleses han ganado la batalla legal, pero es inevitable la comparación entre las dos composiciones.
Led Zeppelin también tiene su lado hippie y lo demuestran con “Misty Mountain Hop”, considerada como Lado B para “Black Dog” para el mercado norteamericano. Se suele interpretar su letra en un encuentro con la policía después de haber ido a fumar marihuana al parque, también tiene referencias a la obra de Tolkien. Destaca el teclado interpretado magistralmente por John Paul Jones. Inmediatamente después llegamos a “Four Sticks”, que se nombró por el hecho de que el baterista John Bonham tocó este instrumento con dos sets de palillos.
Llegamos al momento “unplugged” del disco la hermosa “Going To California”, otra pieza folk, en donde la voz de Robert Plant, la guitarra de Page y una mandolina magistralmente ejecutada por Paul Jones nos dejan oír un sonido melancólico. Tremendo disco termina de manera épica, con un cover de la grandiosa Memphis Minnie: “When the Levee Breaks”, canción escrita y grabada en 1929. La versión que ofrece Led Zeppelin cambia totalmente la base musical, desapareciendo el espíritu del blues delta y llevándolo a su terreno, el rock-blues; la letra es alterada ligeramente, pues narra la rotura de los diques en 1927 que contenían el río Mississippi y esto ocasionó grandes pérdidas humanas.
El guitarrista y el cantante de la banda crearon el arte del disco. Todo comenzó cuando Robert compró la lámina que aparece en la portada en una chatarrería en Reading. Inspirados por esta imagen representaron lo antiguo con el edificio derruido y lo nuevo con las flamantes construcciones surgiendo por detrás en la contratapa. Además, como Page era o es un afecto al ocultismo, sugirió que cada integrante fuera representado por un símbolo:
Pues celebremos los 50 años de existencia del llamado “Zoso”, “Four Symbols” o simplemente “IV”, la obra maestra de Led Zeppelin.
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