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domingo, 30 de enero de 2022

¿Quién diablos fue Richard Berry?


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

¿Quién fue Richard Berry? No, no está mal escrito, no me refiero al gran arquitecto del rock, es decir, al gran Chuck Berry; de hecho, ni parientes eran, y tampoco nos referimos al célebre actor francés, figura de las pantallas y los escenarios desde hace más de cuatro décadas, y que ha interpretado cerca de 80 películas (como “L’Appat”, de Bertrand Tavernier, o “Une journée de merde”, de Miguel Courtois). Nuestro personaje la verdad es nada conocido, aunque lo más clavados al R&B o al rock and roll de la década de los 50’s podrían ubicarlo. Les diré que este cantante originario de LA fue el compositor de dos de los grandes clásicos del rock and roll y que fueron inspiración para el nacimiento del garage rock y hasta el punk, me refiero a “Louie Louie” y “Have love will travel”.

 

Como indicamos, Richard Berry nació en Los Ángeles un 11 de abril de 1935 y fue un cantante de R&B y Doo Woop, la verdad es que pesar de componer tremendos clásicos, jamás gozo del éxito como cantante o compositor. Fue en 1955 cuando le llegó la inspiración y tomando como base “Havana Moon”, de Chuck Berry, compuso “Louie Louie”, grabándola en 1957 junto a The Pharoahs, pero no gozó de popularidad. No obstante, unos seis años después una banda formada en Oregon, Portland, llamada The Kingsmen haría un cover que los llevaría al 2º lugar en la lista de Billboard durante seis semanas. Louie Louie”, si bien ha sido versionada por diversos artistas a través de los años, ha sido especialmente célebre por la versión de The Kingsmen.

 

La banda atrajo la atención nacional cuando “Louie Louie” fue prohibida por el gobernador de Indiana, Matthew E. Welsh, y llamó la atención del FBI porque alegaba supuestos mensajes indecentes en la letra de la versión de The Kingsmen. Tras cerca de dos años en los que el FBI no halló ningún dato concluyente, la investigación se archivó y no pudieron declarar obscena a la canción. Este hecho solo logró que se incrementara la popularidad de la canción. En abril de 1966, The Kingsmen volvió a publicar “Louie Louie” y la canción, una vez más, apareció en las listas de popularidad alcanzando el puesto 65 en Cashbox y el 97 en Billboard Hot 100.

 

 

Su sencillez ha permitido la improvisación lírica y musical, no en balde existen mil 800 versiones registradas. Por esa razón es el pilar por excelencia del rock de garage, una pieza que nació de manera inocente y que se transformaría en un clásico inmortal.

 

 

Dos años después de la publicación de Louie Louie, otra banda rescató a Richard Berry: The Sonics (oriundos de Tacoma). Estaba conformada por Gerry Roslie, Andy Parypa, Larry Paripa, Rob Lind y Bob Bennett, generadores de un sonido sucio, lo-fi, de altísimo volumen y pura energía, con estas credenciales grabaron en 1965 la genial “Have Love Will Travel”.

 

Igual que “Louie Louie”, Berry publicó esta canción en 1959, igualmente sin ninguna repercusión, pero fue hasta que estos protopunketos le dieron una energía muy cabrona, con un riff de guitarra alucinante, solo de saxofón incluido de manera energética y unas vocales que gritaban la letra, contrario al sonido Doo Woop que le imprimió Berry.

 

 

Por eso la importancia de saber y revalorizar a Richard Berry, y sobre todo no olvidarlo, sería una injustica después de su aporte a la música.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El sampleo como herramienta para crear música maravillosa

Por Oscar Fernández Herrera

 

Cuando Shakira lanzó “Hips don’t lie” al mercado, muchísimos la acusaron de robarse “Amores como el nuestro”, del salsero Jerry Rivera, para musicalizar su tema –que formó parte del aclamado “Oral Fixation, Vol. 2”. Lo que sus delatores probablemente ignoraban, era que aquello que usó la intérprete colombiana para darle forma a su canción fue un genérico sampleo.

 

De acuerdo con el diccionario, samplear implica tomar un fragmento de música de una canción cualquiera para incorporarla de algún modo en otro tema. El sampleo puede ser desde una frase cantada hasta una gran porción de melodía que se utiliza íntegramente. Esta práctica lleva años en la música, principalmente en la industria del hip hop estadounidense.

 

Entendido lo anterior, no está de más señalar a algunos artistas que usan el sampleo de manera recurrente en sus obras: Beck, Massive Attack, The Verve, Gnarls Barkley, Madonna, Robbie Williams y Fatboy Slim. No obstante, la discusión sobre si el sampleo es un robo o no continúa entre fanáticos y académicos.

 

Pero a principios del milenio, The Avalanches redefinieron el sampleo al crear un disco con más de tres mil fragmentos de canciones populares que circularon con anterioridad. “Since I Left You”, el resultado de más de cinco años de trabajo, es una obra compuesta por dieciocho pistas llenas de vitalidad y futurismo.

 

De acuerdo con los integrantes de la banda australiana, cada canción del disco está integrada por al menos doscientos sampleos, lo que demuestra el alto grado de complejidad en el proceso de composición que precedió al lanzamiento de unos de los productos musicales más ingeniosos y audaces de nuestra época. Como dato curioso, Darren Seltmann, Robbie Chater y Tony Di Blasi nunca anotaron los títulos sampleados, por lo que hasta la fecha se desconoce cuántas canciones se ocuparon para la grabación de “Since I Left You”.

 

Se trata de un tour de force, un disco repleto de chispa y espíritu, pues en él se recrean fórmulas diseñadas para otros trabajos. Escucharlo es una absoluta delicia, si bien es importante señalar que algunas pistas sobresalen más que otras, pues en “Since I Left You” podemos encontrar algunos interludios o secuencias que unifican y dan forma al resto del trabajo.

 

Destacan enormemente “Since I Left You”, “Frontier Psychiatrist”, “Close to You” y “Electricity”. Un disco que, sin duda, merece disfrutarse a renglón seguido.


 

AMLO, el necio

 

Por Oscar Fernández Herrera

 

Cuando Andrés Manuel López Obrador responde, durante la celebración de sus conferencias matutinas en Palacio Nacional, que “tienen coraje (los “neoliberales”), quieren seguir con el régimen de corrupción”, se aprecia en muchos de nosotros una sensación de desilusión increíblemente profunda. Una persona (imagínense si se trata del primer mandatario de un país con tantos problemas como el nuestro) que siempre te dice lo mismo, sin importar el tipo de pregunta que se le formule, demuestra sus limitaciones porque –básicamente- no sabe nada.

 

La palabrería del presidente es, con toda honestidad, un problema público porque sólo se sitúa en su matinée televisiva para replantear una y otra vez los problemas del pasado sin ofrecer acciones concretas para resolverlos. Sumamos ya tres años en los que hemos visto cómo empeora el escenario nacional.

 

Las mismas instituciones gubernamentales reconocen el incremento de homicidios, atentados y quebrantamientos de la ley. El desabasto de medicamentos es indiscutible, los programas sociales y educativos son rehenes de la dañina política, y la economía no ha logrado repuntar en los últimos meses. Tampoco pasemos por alto el pésimo manejo de la pandemia.

 

No tomar en cuenta la actuación de gobiernos anteriores es, del mismo modo, un fatal error; no obstante, detenerse en el pasado y no actuar producen más y más fatalidades que urgen el trabajo inmediato de las autoridades correspondientes.

 

Dos sucesos recientes nos han sacudido como sociedad: la exhumación del cuerpo de un bebito para introducir droga en un penal de Puebla y el infame asesinato de la periodista Lourdes Maldonado. En ambos casos ha habido una respuesta tan tibia del presidente que nos preguntamos si realmente está comprometido con el pueblo “bueno y sabio”. Como mexicanos le exigimos certidumbre y justicia social.

 

AMLO tiene muchas cualidades como político, pero sus desatinos (como llamarnos adversarios a los que nos quejamos) y su egocentrismo son sus peores consejeros. Nosotros, los de a pie, seremos los que sufriremos (aún más) las consecuencias.

Nadie nos va a extrañar

  Por Oscar Fernández Herrera     Con frecuencia leo cómo la gente idealiza las décadas de los años sesenta, setenta e incluso ochenta...