Por Oscar Fernández Herrera
Continúa la arremetida del presidente contra el periodismo crítico en México. Carlos Loret de Mola se ha transformado en su blanco predilecto para tildar, censurar y empequeñecer el análisis noticioso en diferentes medios de comunicación. Lo anterior no es para nada gratuito, pues en numerosas ocasiones este informador dio muestras de un trabajo torcido, descuidado y hasta manipulador. “Lord Montajes” es un sobrenombre que lo perseguirá por mucho tiempo.
Si Loret de Mola está intentando “recomponer” su camino como periodista, es algo que quedará demostrado con el tiempo; no obstante, lo que debería preocuparnos más es el proceder del mandatario al señalarlo abiertamente como un opositor a su gobierno.
Lo primero que deberíamos entender es que Loret no es un opositor, pues la labor de un comunicólogo no es agradar ni complacer a los que ostentan poder político, económico o social. Su papel es el de informar con base en datos verificables y sin sesgos personales, aunque sabemos que no siempre se ha adherido a estos principios tan básicos como necesarios.
A continuación, lo inquietante es confirmar cómo un supuesto político de izquierda entorpece el ejercicio periodístico a través de escarnios y recriminaciones cuando, en realidad, sólo busca confundir y mover los reflectores hacia otras noticias de menos interés nacional.
Si Loret siguiera con sus escritos apátridas y sin sustancia, el presidente debe recurrir a las instancias legales para denunciarlo y proteger su honor. El asunto es que fuera de descalificarlo, no ha rebatido de manera contundente lo mostrado por el periodista en sus últimas investigaciones. Qué raro.
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