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viernes, 11 de marzo de 2022

El ataque a los titanes

Por Oscar Fernández Herrera

 

En escritos anteriores señalé la enorme trascendencia de la historieta japonesa (llamémosla manga, que es su nombre propio) como un material de entretenimiento cultural, estético y redituable de gran alcance. Pruebas de lo anterior abundan, pero en esta ocasión escribiré sobre “Shingeki no Kyojin”, de Hajime Isayama, un manga que ha hecho añicos los estereotipos y las pautas tradicionales en los relatos de ciencia ficción para triunfar en todo el mundo.

 

“El ataque a los titanes” nos muestra un mundo en el que los hombres enfrentan su total desaparición debido a los titanes, seres de gran tamaño, fuerza y apetito, pero de escueta inteligencia. Resguardados por ciudades amuralladas, contemplan su por poco insípida existencia mientras estos gigantescos monstruos esperan una oportunidad para dar el golpe final.

 

Pese a la seguridad que ofrecen las murallas, un titán colosal traspasará una de esas fortificaciones para que decenas de titanes entren de igual forma y aniquilen rápidamente a todos los infelices que encuentren a su paso. Después de aquella masacre, Eren, Mikasa y Armin tendrán que luchar para permanecer con vida y encontrar una solución que restaure el dominio de los hombres en la tierra.

 

De este modo inicia uno de los mangas más elogiados y aplaudidos en los últimos años, si bien la sinopsis que les comparto es ramplona y frecuente en muchas historias del género. Las cualidades del “ataque a los titanes” las podemos hallar en el desarrollo del argumento y en la sordidez de los dibujos.

 

Con una ambientación preindustrial, nuestros personajes exhibirán sus más despreciables condiciones mientras eso les asegure un lugar en el orden social dominante. Maquinaciones, corrupción y brutalidad son la regla para perpetuarse entre los hombres, pero aún quedan los titanes que, poco a poco, van ganando terreno.

 

Son estos escenarios los que fortalecen la trama principal, pues sin estos matices resultaría imposible simpatizar con los protagonistas. Sus debilidades nos acercan a ellos, a diferencia de esos mangas donde los héroes son casi dioses, infalibles y siempre triunfantes. En “Shingeki no Kyojin” los personajes son débiles, inseguros… humanos. Eso los hace tremendamente creíbles, pues sus acciones pueden ser tan nobles como crueles.

 

Pero también están los titanes, enemigos difíciles de vencer, intensificando con su sola presencia el sufrimiento y la desesperanza de Eren y compañía. Las secuencias de acción roban el aliento.

 

Un elemento que resalta es el tratamiento que el autor le da a los diálogos, pues no sólo nos muestra extraordinarias de acción, sino que de la misma manera se toma los espacios necesarios para ir urdiendo un relato lleno de confabulaciones políticas y disturbios sociales. El número de personajes también destaca, aunque en numerosos puntos de la obra entran y salen con una prontitud asombrosa.

 

Todo en “el ataque de los titanes” es impreciso, como la vida misma. Hajime Isayama nos regala acción en su máxima expresión. ¡Lectura obligada!


 

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