Por Oscar Fernández Herrera
Seré completamente honesto: los primeros dos episodios de “Andor”, la última serie relacionada con “Star Wars”, me disgustaron muchísimo porque no lograba encontrarle un buen ritmo a la historia, si bien el argumento medular sí despertó mi curiosidad. Después de un par de intentos, logré superar los obstáculos y completé el resto de esta fábula intergaláctica de un solo tirón. Escrito lo anterior, mi opinión final me obliga a reconocer que “Andor” es un relato prodigioso, lleno de brutalidad y conflictos morales que acorralarán a nuestros protagonistas en más de una ocasión. Eso sí, la referida crudeza jamás llega a ser explícita debido a las normas de Disney, su casa productora.
Creada por Tony Gilroy, responsable también de “Rogue One”, “Andor” husmea las acciones que guiarán a Cassian Andor, interpretado por Diego Luna, hacia el movimiento de resistencia frente al Imperio. Se trata de una historia de espionaje e intrigas, demasiado lejos de las persecuciones en naves especiales y refriegas con adminículos láser. El humor del que tanto hemos protestado brilla por su ausencia, pues los sucesos son tratados con una impensada seriedad. La idea fue generar en el público la angustia y la desesperación de los personajes involucrados. Lo lograron con creces.
Otro gran acierto en esta serie es la omisión de los jedi y sus arquetipos heroicos. Aquí transitan con solidez la injusticia, el totalitarismo y la sumisión, atrapándonos irremediablemente una vez que comprendemos que “Andor” es totalmente distinta a cualquier otra odisea de esta popular franquicia. Los momentos de acción son el resultado inmediato de los personajes y sus motivaciones y no de la espectacularidad.
La participación de Luna es notable, pues su papel es distinto a lo que apreciamos en “Rogue One”. En esta precuela (de la precuela), Cassian es un tanto arrogante y calculador, por lo que resulta interesante seguirlo para atestiguar cómo llegará a ser un rebelde capaz de morir por sus ideales. No, “Andor” no es un producto destinado a vender peluches. Quiere contar una historia con tintes nebulosos y mucho más equilibrados.
Tampoco se trata de un trabajo perfecto (como escribí antes, los primeros minutos me resultaron aburridísimos), pero bien merece un aplauso por tratarse de una serie que desafía los cánones de “Star Wars”, tan largamente explotados y aparentemente agotados. Disfrútela en Disney+.
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