Por Oscar Fernández Herrera
Los Muppets, esos adorables y graciosísimos títeres de la
televisión, el cine y las caricaturas, forman parte indeleble de la cultura
popular contemporánea. Millones de niños (después adolescentes y adultos)
crecieron y se educaron con sus historias, enseñanzas y canciones. Todos
reconocen el improbable romance de Piggy y Kermit, las bufonadas de Fozzie y
las excentricidades de Gonzo, por mencionar sólo a algunos de los muchísimos
personajes de la popular franquicia creada por el estadounidense Jim Henson.
Mis recuerdos relacionados con esta pandilla son tan
arcaicos como mi edad: esas tardes de domingo, pegado a la pantalla chica, tratando
de entender los chistes de “El Show de Los Muppets” y embobarme con sus
protagonistas son casi inmortales. Después llegaron los especiales decembrinos
y mi fanatismo creció a grados abultadísimos. La serie animada, los álbumes de
estampas y los juguetes fueron el colofón.
“Jim Henson: la audacia de las ideas”, es un filme dirigido
por Ron Howard que nos muestra cómo la desbordante imaginación de Jim logró
enamorar a numerosas generaciones. Su trabajo como titiritero, cineasta,
animador y actor es retratado con mucho respeto y admiración. Las anécdotas y los
datos históricos no faltan y ayudan al público a intuir las inquietudes de un
hombre retratado como “genio” y “extraño” al mismo tiempo.
Las imágenes y los comentarios de amigos y colaboradores
próximos son benéficos para que el relato sea entretenido y fluido. Esa “cultura
de la anarquía afectuosa” que menciona Frank Oz (cómplice de Henson) está ahí,
maravillándonos y obligándonos a soltar una lagrimita en más de una ocasión.
Si bien no toda su obra brilló (“El cristal obscuro” fue un
absoluto fracaso), quedan ahí “Plaza Sésamo”, “Fraggle Rock” y, por supuesto,
“El Show de Los Muppets” como fiel testimonio de un auténtico creador.
Quizá a “Jim Henson: la audacia de las ideas” le falte
originalidad, pero le sobra muuucho corazón. Véalo en Disney+.
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