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sábado, 23 de noviembre de 2024

Nadie nos va a extrañar


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Con frecuencia leo cómo la gente idealiza las décadas de los años sesenta, setenta e incluso ochenta. Sus sonidos, estilos y costumbres son retratados con tanto delirio y entusiasmo que resulta imposible no desear estar ahí por simple curiosidad. A pesar de la generalización de aquellos años, poco de su encanto llegó a los entristecidos noventa, que transcurrieron llenos de sobresaltos y profecías incumplidas.

 

Para mí, la cosa fue distinta porque, pese a los malos augurios y las pérdidas económicas, disfruté mi adolescencia al lado de música realmente asombrosa (“Nevermind”, “OK Computer”, “Ten”, “Odelay!”, “Automatic for the People”, “Homogenic” y “Mellon Collie and the Infinite Sadness”), cine de otro nivel (“Pulp Fiction”, “Goodfellas” y “The Silence of the Lambs”), y comics que sorprendieron a todos (“La muerte de Superman”, “La caída de Batman” y “Crepúsculo esmeralda”). Pero hubo muchísimo más.

 

Claro que la adolescencia no fue, para nada, un momento de transición siniestro o rutinario; por el contrario, fue una época de llena de logros y descubrimientos.

 

Mientras un adolescente bordea por las complejidades de la vida, comienza a descubrir las pequeñas maravillas que lo rodean: el sabor de la verdadera amistad, la emoción del primer amor y la satisfacción de lograr una meta personal. Las experiencias cotidianas, como compartir las risas con los grandes amigos, explorar una pasión creativa o simplemente contemplar una puesta de sol, pueden convertirse en momentos significativos. Eso, sazonado con los ineludibles sinsabores, es lo que nos ofrece “Nadie nos va a extrañar”, una serie realizada por Catalina Aguilar, Samuel Kishi y Silvana Aguirre.

 

Memo, interpretado por Axel Madrazo, es el chico recién llegado a la escuela, sin amigos y con la presión social de encajar, sentirse cómodo y ser aceptado por los demás. Es ahí cuando Tenoch, Marifer, Daniela y Alex lo admitirán como parte del grupo con el que comercializan tareas académicas. Poco a poco, Memo encontrará los modos para oponer resistencia a los desafíos de la preparatoria… o al menos eso creeremos porque, como sucede en la vida real, no todo será como parece.

 

El tono de la serie está súper bien logrado que se halla entre las tragedias de la adolescencia y la llegada de la adultez. Las anécdotas son creíbles, nada anodinas y sí habituales, con sus toques de comedia y dramatismo. Las actuaciones de Virgilio Delgado, Camila Calónico, Macarena O. y Nicolás Haza son categóricas y, por momentos, bastante notables. El decorado político - social del México de aquellos años es retratado con muchísimos aciertos, pues trasluce los melodramas cotidianos sin robar protagonismos.

 

Uno de los aciertos más plausibles de la serie es el uso de rolas de Julieta Venegas, Fobia, Duncan Dhu, Hombres G y Caifanes para ambientar o robustecer diferentes momentos a lo largo de la historia. Esto, en definitiva, conectó fuertísimo con el público en general.

 

El relato circunscribe temas tan actuales como el bullying, la autopercepción, el amor adolescente, la amistad, el compañerismo, la familia y el suicidio… todo ello plasmado con mucho amor y profesionalismo. El último episodio le romperá el corazón. Imperdible.

The Cure Songs Of A Lost World


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

Pasaron 16 años para que The Cure publicara un nuevo álbum. Entre 4:13 Dream (disco de 2008) y esta nueva placa, hubo algunas reediciones de la discografía de la banda, conciertos y muchas promesas incumplidas sobre proyectos nuevos, hasta que, finalmente, el 1 de noviembre, The Cure sacó a la luz el flamante Songs of a Lost World.

 

Tardé en decidirme a comentar el disco. Como se sabe, es mi banda favorita y no quería que la emoción y ese amor por The Cure influyeran demasiado en mi punto de vista. Lo he escuchado de manera muy fría y atenta. De entrada, me parece que la banda (en realidad, Robert Smith) regresó a esos sonidos oscuros y a letras basadas en la soledad, el desamor, la muerte y hasta el vacío existencial, pero todo con la sabiduría y madurez de un hombre de 65 años que sobrevivió a una pandemia mundial y que tuvo que enfrentar la muerte de sus padres y su hermano. Todo esto se refleja en las letras y la música de este disco.

 

El disco abre con “Alone”, canción que fue designada como primer sencillo. Con una introducción muy larga, Smith comienza a cantar casi a los tres minutos, y la letra aborda el tema de la soledad y la reflexión sobre el vacío que queda tras la muerte de un ser querido. Como pieza abridora, de alguna manera me recordó a “Plainsong”.

 

“And Nothing Is Forever”… no sé si tomar esta pieza como un llamado a la esperanza. El duelo que uno sufre al perder a alguien parece que será eterno; sin embargo, Robert Smith, en esta canción, nos reconforta con un "nada es para siempre". Es una canción linda, melancólica y con un rayo de esperanza: el dolor en algún momento desaparecerá o, más bien, lo asimilaremos y encontraremos la resignación y la paz.

 

“A Fragile Thing” tiene una letra de esas que no dejan indiferente, desamor puro. Dos personas que se amaron intensamente, pero en el camino la relación se fractura tanto que queda tan lastimada que es imposible sanar. Por favor, escuchen la línea de bajo ejecutada por Simon Gallup; es extraordinaria.

 

“Warsong” y “Drone: Nodrone” son las canciones que, sin perder ese halo de oscuridad, tienen su lado de distorsión. Parecen canciones perdidas de la época del mítico Wish, con un sonido muy shoegaze que nos hace regresar a 1992.

 

“I Can Never Say Goodbye” es la síntesis del disco. Una canción muy triste sobre la tragedia de perder a un ser querido. Aquí, Robert Smith plasma sus sentimientos al perder a su hermano, un conmovedor recuerdo.

 

“All I Never Am” es toda una tormenta de emociones, con un eco claro a My Bloody Valentine, los amos del shoegaze.

 

Para finalizar, una epopeya musical: “Endsong”, que dura casi diez minutos de catarsis eléctrica, con un sonido al estilo Phil Spector (la Wall of Sound), pero oscura e intimidante. La letra es simple, pero muy demoledora. Robert Smith nos muestra el difícil y complejo tema de envejecer y morir, que, a pesar de ser un paso natural, no es nada fácil de asimilar. Esta canción bien pudo haber sido incluida en Pornography (1982) y no hubiera desentonado.

 

Songs of a Lost World, con sus escasas ocho canciones, muestra un sonido oscuro pero homogéneo, un digno sucesor de Disintegration y, si me preguntan, yo quitaría Bloodflowers de la llamada Trilogía Oscura y pondría de inmediato este nuevo disco. Como curiosidad, hay que anotar que es el primer disco en el que el gran Reeves Gabrels aparece como miembro oficial de la banda.

 

Gran disco, valió la pena tantos años de espera para que publicaran algo nuevo. No me ha decepcionado: es un álbum de gran calidad, con el sonido lúgubre que tanto me gusta, y además me he identificado mucho con varias de las canciones por el momento que estoy viviendo. Me da mucho gusto ver que The Cure, hoy en día, sigue demostrando de lo que es capaz, que, a pesar de tener cuatro décadas en activo, sigue sonando actual y con un sonido plenamente identificable, sin ser la típica banda que apela a su pasado y solo sale de gira a seguir tocando sus hits.

Los Enviados


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

“Los Enviados” es un thriller psicológico mexicano que se estrenó en 2022, producido por Paramount+ y dirigido por el director argentino Juan José Campanella. La serie de ocho episodios profundiza en los reinos del misterio, la espiritualidad y los thrillers psicológicos, entregando una narrativa inquietante que explora la dualidad entre fe y razón, la existencia de lo sobrenatural y los límites de la moralidad humana.

 

Esta asombrosa historia sigue a Simón y a Pedro (Miguel Ángel Silvestre y Luis Gerardo Méndez), dos sacerdotes enviados a San Acacio, un remoto pueblo de México, por la Iglesia Católica. Tienen la tarea de investigar una serie de supuestos milagros que ocurren en este lugar, ya que detrás de estos fenómenos se sospecha manipulación o engaño. Cuando los presbíteros comienzan a investigar, descubren que los hechos no tienen explicación lógica y la gente del pueblo parece estar atrapada en un misterio colectivo.

 

“Los Enviados” tiene la sensación de un thriller psicológico, donde las creencias religiosas y las dudas existenciales de los personajes son tan cruciales como resolver los misterios que los rodean. A lo largo de la serie, Simón y Pedro enfrentan situaciones que desafían su comprensión de su fe mientras enfrentan sus propios demonios internos, tanto físicos como psicológicos.

 

El suspenso es un hilo conductor, y aunque tiene sus raíces en un contexto religioso, profundiza en cuestiones sobre la naturaleza de la humanidad y la filosofía. La serie va más allá de contar historias de lo paranormal y se basa en profundas reflexiones sobre la moralidad, la fe, la culpa y el perdón. Las dudas sobre si los hechos ocurridos son un verdadero milagro o un engaño recorren toda la trama, creando una constante sensación de tensión e incertidumbre, si bien hay ciertos toques de comedia que templan, por momentos, muchísimas sensaciones de angustia y zozobra.

 

El estilo narrativo de “Los Enviados” es oscuro y melancólico, y su atmósfera refleja la soledad y el aislamiento del pequeño pueblo donde se desarrolla la historia. El ritmo del espectáculo es deliberadamente lento, lo que resulta en una mayor sensación de malestar a medida que los protagonistas profundizan en los secretos del lugar. Los planos largos y las escenas desoladas hacen que el entorno juegue un papel importante en la construcción del suspenso, pues reflejan el abandono físico y emocional de los personajes.

 

Las actuaciones son uno de los aspectos más destacados de la serie. Miguel Ángel Silvestre, mejor conocido por su papel en “Sense8”, interpreta a Simón, un sacerdote que comienza su investigación con sospecha, pero su fe será muy puesta a prueba a lo largo de cada episodio. Su caracterización como un hombre racional y, a la vez, profundamente conflictuado emocionalmente, aporta una gran carga dramática al personaje. Por su parte, Luis Gerardo Méndez como Pedro, el compañero de Simón, interpreta a un sacerdote menos experimentado, pero igualmente atormentado por su pasado y su relación con la fe.

 

El contraste entre ambos personajes es crucial para la dinámica de la serie, pues mientras Simón se considera una persona racional, Pedro parece más susceptible a los aspectos emocionales y espirituales de los acontecimientos. Esta diferencia en el enfoque del misterio que se les presenta está bien delineada y es crucial para generar tensión narrativa.

 

Los personajes secundarios, especialmente la gente del pueblo y las figuras religiosas locales, desempeñan papeles importantes y proporcionan pistas y preguntas para la trama principal. Cada uno construye capas de misterio y contradicción, enriqueciendo la atmósfera de suspenso de la serie.

 

Por último, es importantísimo destacar la participación de Assira Abbate como la (incómoda) Hermana Emilia. Es un diez de diez.

 

“Los Enviados” se adentra en varias temáticas universales, pero con un enfoque muy particular en la religión, la fe y la culpabilidad. A través de la investigación de los milagros y los fenómenos inexplicables, se plantea la cuestión de si el ser humano está dispuesto a aceptar lo incomprensible o si, por el contrario, la razón debe prevalecer en todo momento. En este contexto, los dos sacerdotes se enfrentan a dilemas sobre la naturaleza de lo que consideran “milagroso” y la verdad detrás de lo sobrenatural.

 

La serie plantea también la idea de la culpa y la necesidad de redención, temas recurrentes en el contexto religioso, pero también profundamente humanos. La dualidad entre el perdón y la justicia se pone sobre la mesa, a medida que los protagonistas luchan con su propio pasado y con la función que tienen en un mundo que cuestiona lo divino y lo terrenal. El modo en que “Los Enviados” mezcla estas preocupaciones filosóficas con elementos de suspenso psicológico hace que la serie no solo sea entretenida, sino que también invite a la reflexión.

 

La segunda temporada es mucho mejor que la primera. Disfrútelas ambas en Netflix.

 

viernes, 4 de octubre de 2024

Robot Dreams / Mi Amigo Robot


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

Vamos por partes e intentemos definir la amistad en términos un poco académicos: se trata una relación afectiva y voluntaria entre personas que se caracteriza por el cariño, la confianza, el apoyo mutuo y el respeto. Es una conexión emocional profunda basada en la afinidad, la reciprocidad y el disfrute compartido de experiencias. Como es de suponer, cada uno tiene su propia dilucidación de este prodigioso sentimiento.

 

Supe del filme animado “Mi Amigo Robot” gracias a su notoria animación clásica (y es que, en un mercado saturadísimo de propuestas en 3D, resulta agradable regresar a lo “tradicional” de vez en cuando) y no pude resistirme a sus trazos sencillos (que no simplistas), su fascinante paleta de colores y, sobre todo, su presupuesta manifiesta: un agridulce relato sobre la amistad y su pérdida.

 

La película, dirigida por Pablo Berger, combina la tecnología y la imaginación desbordada (en el mejor de los sentidos) para crear una fábula increíblemente seductora. En ella, el cineasta español nos sumerge en un mundo futurista donde los robots tienen vida propia y anhelan alcanzar sus sueños. “Mi Amigo Robot” está llena de personajes fascinantes, una trama enternecedora y una animación excepcionalmente detallada. Profundiza temas como la amistad, el amor y la importancia de luchar por nuestros sueños. Es una joya cinematográfica que produce una sensación de asombro y reflexión.

 

Perro se encuentra terriblemente solo cuando, para su sorpresa, descubre a “Amica 2000”, el compañero ideal, y decide comprarlo al momento. La proximidad es inmediata. Perro y Robot inician entonces una hermosa amistad, llena de gestos desinteresados, hábitos compartidos y risas espontáneas. Todo marcha bien hasta que la tragedia se hace presente durante un paseo en Coney Island.

 

Después de un rato, el agua salada arruina el banco de energía de Robot, paralizándolo por completo. La desesperación de Perro es notoria; sin embargo, cuando regresa con su caja de herramientas para ayudar a su amigo al día siguiente, descubre que la playa se encuentra cerrada temporalmente.

 

De esta forma inician los frenéticos intentos de Perro para liberar a Robot mientras él espera en su prisión de arena. Los incidentes no están libres de giros dramáticos e inesperados, pero todos ellos necesarios para contar una odisea francamente conmovedora.

 

Con matices llenos de ternura y una profunda conexión emocional, “Mi Amigo Robot” (original de la autora e ilustradora estadounidense Sara Varon) es una película merecedora de todos los elogios posibles gracias a su ingenio y aparente futilidad. Chicos y grandes la disfrutarán por igual.

 

Llaman la atención las numerosas referencias ocultas en los poco más de cien minutos que dura el filme. El preciosismo de los escenarios es otro elemento que me gusta destacar porque iluminan a las acciones con gran minuciosidad.

 

¿Es “Robot Dreams” una guía para perder al amor de tu vida? Depende de a quién le preguntes porque los bandos están completamente polarizados. Para mí, es una cinta animada con tantos méritos que por eso escribo de ella en esta oportunidad. Lloré en numerosas ocasiones y, sin temor a equivocarme, recordé amistades ya pretéritas.

 

Sí, la pronta resignación de Perro es indignante, pero es ahí donde nos percatamos de su vulnerabilidad emocional. Del mismo modo, prestamos atención a la fragilidad de Robot, que está a merced de la fatalidad. Las metáforas sobre cómo se huye del dolor son motivo de profunda deliberación. Un peliculón, pues.

 

La Gran Fuga


 

Por Edgar Fernández Herrera

 

Como muchos saben, la música que me define es el rock; sin embargo, más allá de eso, lo que me gusta y aprecio es la música. No todos los géneros, por supuesto, pero sí hay muchos que son de mi interés y gusto, aunque unos se dieron por simple curiosidad, herencia de mis padres o por un afortunado descubrimiento; y esto ultimo pasó justo con el sonido “salsa”. A este ritmo lo conozco desde niño, pues es algo que se escucha en las fiestas, aunque en mi casa no. Por alguna razón, siempre desdeñé a la salsa, ya que la tipificaba como un sonido pobre y de letras aún más sencillas.

 

Debió ser por 2002 o 2003 cuando estaba una tarde en Tepito, con los doscientos pesos de rigor (con eso me alcanzaba para unas docena películas y uno que otro disquito) y me topé con un puesto de discos compactos de donde salía un sonido tropical que me atrapó; de inmediato traté de ubicar aquel tema. Me acerqué al mostrador y pregunté por el disco; el dependiente me contestó: “Panameña”, de Willie Colón. Mi mundo cambió por completo, el roquerito sucumbió ante esa voz y el ritmazo del trombón.

 

“The Big Break”, o “La Gran Fuga”, fue publicado por el sello Fania Records (sello discográfico fundado en Nueva York por el musico dominicano Johnny Pacheco en 1964) y lanzado en 1971. Se trata del sexto trabajo de la Orquesta de Willie Colon junto al gran Hector Lavoe. En lo personal, es la cumbre de sus colaboraciones, aunque siguieron sacando producciones discográficas fabulosas, pero jamás alcanzaron la majestuosidad como en La Gran Fuga.

 

El disco es una gran colección de ritmos afroantillanos y tropicales y hasta de jazz, la influencia de latina es palpable y obvia, pero la presencia jazzera fantasmagórica de Ray Barreto y de Tito Puentes es palpable y eso es la fortaleza del disco, pues provoca una gran riqueza sonora. El gran ejemplo es esa belleza de seis minutos llamada “Panameña”, donde la voz de Lavoe luce a enormidades, además de darle su crédito a la “salsa de Puerto Rico”, llamado ”El Aguinaldo” todo esto acompañado del sonido de dos trombones, pero también hallaremos momentos tiernos y nostálgicos (“Abuelita”).

 

Del mismo modo se pueden poner iracundos y burlones como en “Canción para mi suegra” (vaya manera jocosa de cerrar el disco). Por el contrario, “Ghana E” es una melodía infantil ghanesa, justo como “Che che colé”. A pesar del ritmo alegre del disco, también se da el momento de tristeza con “No cambiaré” a toda intensidad. Para constatar la riqueza musical del disco, “Barrunto” es todo un clásico a ritmo de swing agresivo para bailar de manera desenfrenada. “Pa’ Colombia” es una de mis piezas favoritas por su coqueteo melódico y su declaración amorosa al país sudamericano.

 

La portada, creada por la diseñadora Izzy Sanabria, explota la imagen de malo (hasta de gánster) de Willie Colon al utilizar una plantilla del famosísimo “Wanted by the FBI”, huellas dactilares incluidas. Gran portada.

 

Destaca el dúo Colon/Lavoe, pero la verdad los otros músicos que los acompañan no desmerecen en lo absoluto; creo que el disco es una obra maestra de la música latina y que ha trascendido las fronteras del tiempo y sigue sonando impresionante.

 

The Rise & Fall Of A Midwest Princess


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Chappell Roan, cantante y compositora estadounidense, no forzó la aprobación inmediata de los soberbios empresarios musicales, pues sus primeras grabaciones fueron cruelmente desestimadas. Esto la obligó a empeñarse y trabajar con más ganas. “Pink Pony Club”, inspirada por el conocidísimo bar gay de West Hollywood, California, le cerró una oportunidad con Atlantic Records, pero germinó a la postre en “The Rise & Fall Of A Midwest Princess”, su increíble debut.

 

Con un nostálgico pero enérgico sello synth pop, Chappell Roan emperifolla sus canciones con una estética drag queen y una sensibilidad estética cargada de una socarronería cuasi kitsch. Núbil y fresco, “The Rise & Fall…” es un disco que superpone historias de amor, sexo y autodescubrimiento.

 

Coescrito y producido por Dan Nigro, “The Rise & Fall Of A Midwest Princess” es una obra teatral y entretenida, aún en los momentos de rabia emocional. Destacan la sorprendente “Femininomenon”, con todas sus tonadas que desafían a la tolerancia, la voyerista “Picture You” y, mi favorita, “Red Wine Supernova”, que emociona a cualquiera con sus letras cargadas de erotismo y coros burlonamente pegajosos.

 

Roan canta con fuerza para que su pop sáfico cale hondo en el público que disfruta de los cocteles de música disco, country y glamour noventero. Todo en una misma presentación que, curiosamente, nos recordará a Katy Perry en más de una rola. ¿Quieren más? “Super Graphic Ultra Modern Girl” y “My Kink is Karma” son de lo más recomendable.

 

Un disco queer en toda la extensión de la palabra. El futuro de Chappell Roan es realmente brillante si logra capitalizar los atributos de este primer álbum. Escúchelo y enamórese de él.

domingo, 22 de septiembre de 2024

Deadpool 3 - Deadpool & Wolverine


 

Por Oscar Fernández Herrera

 

 

Después de tantos descalabros, el duplo Disney/Marvel Studios necesitaba un golpe de autoridad para robustecer (un poco) su ya menospreciada autoridad en el rubro de las narraciones súper heroicas. Y el milagro ocurrió gracias a Deadpool & Wolverine, dos antihéroes bastante notorios por su gran singularidad.

 

Deadpool siempre resalta por su humor irrespetuoso y su capacidad para romper la cuarta pared, pues integra comedia con momentos de profundidad emocional. Wolverine, por otro lado, atrae por su brutalidad, tenacidad y pasado trágico, que añaden multiplicidad a su personaje. Los dos ofrecen perspectivas frescas y únicas sobre el heroísmo al mezclar elementos únicos de sus temperamentos y habilidades.

 

Cuando se estrenaron los dos primeros filmes del intrépido y malhablado Wade Wilson, o Deadpool, los cinéfilos notaron una obligada frescura en un género cinematográfico relleno de clichés superficiales, predecibles, redundantes, simplistas y aburridos. Con el (aparente) cierre de la trilogía, no podemos hacer otra cosa que mostrarnos satisfechos con los resultados.

 

¿Divertida? ¡Divertidísima! ¿Redentora del MCU? Para nada. “Deadpool 3” es una película súper entretenida, llena de guiños a los cómics y al resto de las cintas de superhéroes con sus intrepideces y bufonadas por igual. Para los fanáticos más acérrimos, es un festín de paleas sangrientas, chistes subidos de tono y burlas a personajes e instituciones por igual.

 

El recurso facilón del multiverso es, otra vez, el protagonista de este filme lleno de villanos insípidos, brutalidad innecesaria y humor disparatado. Pese a sus aciertos, muy en el fondo se trata de una película más del género. Es hilarante, sí; pero también es negligente, redundante y de deficiente en calidad, con una excesiva dependencia de chistes basados en memes y bromas locales.

 

Las películas de superhéroes se tornaron en un fenómeno comercial dominante en la industria cinematográfica debido a su capacidad para atraer audiencias globales y generar ingresos significativos. Las franquicias de superhéroes, lideradas por estudios como Marvel idearon estrategias de marketing y distribución que maximizan el impacto económico. Estas películas suelen contar con presupuestos elevados y campañas publicitarias agresivas para asegurar una alta visibilidad en el mercado. Además, son parte de un ecosistema comercial más amplio que incluye productos, videojuegos y contenido en plataformas de transmisión, lo que garantiza un flujo de ingresos continuo y capitaliza el entusiasmo de los fanáticos.

 

Desde una perspectiva empresarial, estos filmes están diseñados para ser acontecimientos mundiales que atraigan a audiencias disímiles. Las series se construyen en torno a universos cinematográficos interconectados, lo que incentiva a los espectadores a ver varias películas para seguir la trama completa, fomentando así una lealtad continua y repetida. Este enfoque no sólo maximiza el retorno de la inversión a través de la taquilla, sino que también garantiza las mercantilizaciones continuas de productos relacionados y fortalece el control de las grandes empresas sobre el mercado del entretenimiento.

 

“Deadpool 3” es una opción recomendable para pasarla bien, pero no es liberadora ni un producto cultural de primerísimo nivel. Es una cinta que perdurará con algo de gracia y nada más. Disfrútela en cines.

Nadie nos va a extrañar

  Por Oscar Fernández Herrera     Con frecuencia leo cómo la gente idealiza las décadas de los años sesenta, setenta e incluso ochenta...