Por Edgar Fernández Herrera
El 19 de marzo se cumplieron 35
años de la obra maestra de Depeche Mode: “Violator”, su séptimo álbum de
estudio.
Estaba en secundaria cuando se
escuchaba en la radio el primer sencillo de este icónico disco, “Personal Jesus”.
Con este disco y esta canción, la banda de Basildon alcanzaba el estrellato
pop, mejor dicho, del synthpop. Sin embargo, catalogarlo de esta manera sería
reducirlo a una etiqueta mínima. La verdad es que Depeche Mode es una agrupación
de rock e incluso de gothic rock. Ellos pueden presumir de ser una banda gótica
más que muchas otras que lo pretenden, y un buen ejemplo de esto es “Violator”.
Es con “Violator” que Martin Gore
se encumbra y hasta diría que monopoliza las composiciones, pero Dave Gahan es
la voz. Lo que realmente importa es que ambos se han necesitado mutuamente para
dar vida a Depeche Mode, y en 1990 los dos se encontraban en una madurez y
talento plenos, los cuales se plasmaron en este disco. Además, habría que
agregar que, para lograr esa madurez, se apoyaron en el productor Mark Ellis,
mejor conocido como Flood, con quien trabajaron entre 1990 y 1994.
Hasta 1988, el sello de la casa
eran los sintetizadores, pero en 1990 los ingleses cambiaron esa fórmula y, en
ese momento, el sonido preponderante fueron las guitarras. Un claro ejemplo de
esto es el blues electrónico de “Personal Jesus” o la melancólica y
arrebatadora “Enjoy the Silence”. Aunque no se dejaron de lado los sintetizadores
ni el sonido electrónico, ya no suenan tan industriales ni fríos, y son menos
marciales, como en las increíbles “World in My Eyes” o “Policy of Truth” (aún
sigo lamentando que no la hayan incluido en su concierto de hace dos años en la
CDMX).
Si el sonido es oscuro y fuerte,
las letras no desentonan en lo absoluto. Todas ellas plasman las inquietudes
que tenía Gore en ese momento de su vida: sus fetiches sexuales, la religión y
las drogas. Estas razones son las que hacen de “Violator” un disco oscuro y
depresivo, porque habla de dolor. Un ejemplo de esto es “Clean”, una canción
que aborda los efectos de las drogas en uno, pero no es una canción de
rehabilitación, sino un matiz dentro del dolor. Me recuerda a “Hurt”, de Trent
Reznor.
“Violator”
tiene un lugar excepcional en la historia de la música. Sigue tan vigente como
hace 35 años, no ha envejecido en lo absoluto. Me faltan palabras para
referirme a esta banda y a este álbum, toda una obra de arte, maestra y eterna.